lunes, 31 de octubre de 2011

Wrong Turn 4: Bloody Beginnings

Antes que nada, un recuento rápido: allá por el 2003, la original Wrong Turn me sorprendió por ser un modesto pero eficiente tributo al "horror rural" de los setentas (representado por cintas como The Hills Have Eyes, Deliverance, e incluso The Texas Chain Saw Massacre). En el 2007, la secuela Wrong Turn 2: Dead End introdujo bizarro humor post-moderno (que disfruté bastante) y expandió la mitología de los deformes villanos caníbales. Pero en el 2009, la tercera parte, Wrong Turn 3: Left for Dead decepcionó por arruinar su ingeniosa premisa de policías y ladrones contra feroces mutantes. Y ahora nos llega la muy esperada cuarta parte, Wrong Turn 4: Bloody Beginnings, bastante retrasada desde su anuncio oficial. ¿Se habrán tardado tanto porque realmente se esforzaron en mejorarla? ¿O resultará ser uno de esos desastres re-editados una y otra vez para tratar de rescatar lo in-rescatable? Sigan leyendo para conocer la respuesta (Spoiler: la mejoraron).

Como lo indica el subtítulo (Comienzos Sangrientos), Wrong Turn 4 es una precuela cuyo argumento comienza en 1974 con un recorrido por el hospital psiquiátrico Glenville, donde están recluidos tres hermanos físicamente deformes como consecuencia de la endogamia, y trastornados mentalmente desde que devoraron a sus propios padres. Pero no estarán internados mucho tiempo, pues un error humano libera a todos los pacientes, y se desata un brutal motín (al ritmo del Danubio Azul, nada menos), en el que toman venganza de los médicos que intentaban curarlos. Casi treinta años después, en el 2003, un grupo de estudiantes universitarios emprende una excursión invernal que los llevará a una cabaña donde pretenden pasar unos días de típica diversión juvenil (sexo, drogas, etc.) Pero cuando los sorprende una tormenta de nieve y pierden el camino por dar una VUELTA EQUIVOCADA (guiño), terminan refugiándose en un hospital abandonado, donde seguramente estarán a salvo mientras mejora el clima, ¿cierto? (Spoiler: no).

Wrong Turn 4: Bloody Beginnings me pareció una indudable mejoría sobre la cinta anterior. El argumento podrá ser más simple (su único rasgo innovador es que el grupo de amigos incluye una pareja lesbiana... ¿cuánto tiempo les tomó imaginar eso?), pero los personajes están razonablemente bien definidos y no parecen TAN estúpidos como acostumbra el género. Además, las actuaciones muestran suficiente convicción para dar gravedad a algunos provocativos momentos de disyuntiva moral; y las escenas de "gore" son tan repugnantes y grotescas como cualquiera que hayamos visto en esta franquicia. El director Declan O'Brien (también responsable por el fracaso de la tercera parte - por no mencionar el clásico cormaniano Sharktopus) aprendió la lección, y esta vez decidió apoyarse en efectos prácticos, combinándolos sanamente con trucos digitales para lograr pasajes perturbadoramente reales (rara vez me ocurre, pero sentí leves náuseas durante el desollamiento de un personaje que se convierte en ingrediente principal de un "apetitoso" fondue - Nota: Versión "UNRATED"). Y hasta me gustó el tema musical Wrong Turn, interpretado por el desconocido grupo The Blackout City Kids (probablemente amigos del director).

Por el lado negativo tenemos los típicos problemas del libreto que provocan agujeros lógicos, períodos (cortos) de aburrimiento, y una irritante desviación del entorno original, pues en vez de desarrollarse al aire libre en los remotos bosques de Virginia, la mayor parte de la película toma lugar en el interior del hospital abandonado, lo cual me hace sospechar dos cosas: 1.- Wrong Turn 4: Bloody Beginnings está adaptada de un libreto de terror genérico que alguien escribió con un propósito distinto; o 2.- El director tuvo que alterar sus locaciones silvestres cuando encontró un clima demasiado hostil en los bosques de Manitoba (Canadá), donde se filmó la película.

Pero bueno... al aire libre o bajo techo, a fin de cuentas disfruté la película, y me dio gusto que esta modesta saga regresara al camino correcto después de extraviarse en su tercera parte. Sigo pensando que son mejores la original y la primera secuela, pero eso no impide darle una recomendación a Wrong Turn 4: Bloody Beginnings por ser una de las mejores cintas de horror directo a DVD que he visto este año (triste halago). Claro que mi recomendación solo aplica a los fans del "gore" y del horror independiente... después de todo, Wrong Turn 4: Bloody Beginnings no es para todos los gustos, y parece estar orgullosa de que así sea, lo cual le da puntos adicionales (en mi humilde opinión) por su sinceridad, por ser un buen antídoto contra el blando horror PG-13 que la temporada de Halloween parece atraer... y, claro, por recordarme que aún en mi cínica vejez no he perdido la capacidad de sentir repulsión por simples piezas de látex y sangre artificial.
Calificación: 8

domingo, 30 de octubre de 2011

30 Minutos o Menos (30 Minutes or Less)

No fue el primero en hacerlo, pero cuando el director Ruben Fleischer combinó horror y comedia en Zombieland, lo hizo mejor que muchos otros, y nos dejó con ganas de una secuela que extendiera el dinámico universo establecido en la cinta. Sin embargo, para su segunda película Fleischer decidió tomar un rumbo diferente, aunque igualmente conocido, mezclando humor con elementos de thriller criminal. Tampoco fue el primero en intentarlo... aunque en esta ocasión creo que otros lo hicieron mejor.

Con esto no quiero decir que 30 Minutos o Menos sea mala; por el contrario, su guión está bien escrito, los personajes y diálogos son simpáticos (aunque previsiblemente vulgares, como dicta la moda), y la dirección derrocha precisión y disciplina. El problema fue que el componente cómico no me pareció particularmente gracioso, ni balanceado en la proporción correcta con los más interesantes elementos dramáticos.

Pero me estoy adelantando... 30 Minutos o Menos comienza con una mirada a la simple vida (algunos dirían "patética") de Nick (Jesse Eisenberg), repartidor de pizzas que odia a su jefe, acaba de pelearse con su mejor amigo Chet (Aziz Ansari), y aún se arrepiente por haber dejado ir (¡hace ocho años!) a la chica de sus sueños. Ah, y para empeorar las cosas, dos ineptos criminales llamados Dwayne (Danny McBride) y Travis (Nick Swardson) le amarran una bomba en el pecho, y lo obligan a robar un banco, pues necesitan 100,000 dólares para... bueno, la película es tan corta y se mueve a tal velocidad que no me atrevo a revelar más, para no arruinar las vueltas que da la historia hasta llegar a su satisfactoria (aunque algo abrupta) conclusión.

Si su reparto no estuviera integrado por actores cómicos, creo que 30 Minutos o Menos podría haber sido un eficiente thriller independiente, en el estilo de Buffalo ‘66 o The Way of the Gun. Sin embargo, la participación de comediantes como Danny McBride, Nick Swardson y Aziz Ansari cambia por completo la identidad de la cinta, aligerando su tono y saboteando ocasionalmente la tensión que deberíamos sentir. El efecto general es una curiosa amalgama de acción y suspenso, aderezada por momentos humorísticos semi-improvisados, algunos de los cuales "conectan" y otros no. A pesar de ello, no puedo negar que me caen bien estos actores, y tal vez por eso sonreí en varias ocasiones... aunque no las suficientes para considerarla una exitosa comedia. Digamos que la sensación final fue de haber visto una película forzada a trabajar dentro de un género para el que no fue diseñada.

¿Y el protagonista? Supongo que a estas alturas Jesse Eisenberg puede considerarse como un actor limitado en su técnica (siempre en papeles de "nerd"), pero capaz de abordar argumentos tanto cómicos como dramáticos; en el caso de 30 Minutos o Menos, le toca ser el "hombre normal" obligado a reaccionar ante los bufones que lo rodean, y por supuesto lo hace bien. En el reparto de apoyo tenemos al estimado Fred Ward como ex-militar dominante que mantiene una ambivalente relación de amor paternal y desprecio por su inútil hijo Dwayne (McBride), y fue un placer verlo con la misma rudeza (¡tiene casi setenta años!) que nos asombró en los ochentas con la menospreciada Remo Williams: The Adventure Begins. Finalmente, el rol femenino corresponde a la atractiva Dilshad Vadsaria (¿soy racista por decir que tiene cierto parecido con Aziz Ansari, quien hace el papel de su hermano gemelo?), y aunque cumple su cometido de cara bonita y voz de la razón, no está muy bien escrito, ni es muy relevante excepto como motivación romántica.

Entonces, 30 Minutos o Menos me pareció una divertida pero absolutamente olvidable "thrill-omedia", rescatada básicamente por la concisa dirección de Ruben Fleischer, quien recorta todo lo innecesario y nos deja con puro entretenimiento de principio a fin... aunque pudo llegar más lejos en todos los sentidos (darle un papel más extenso al genial Michael Peña hubiera sido un buen comienzo). Como dije antes, no es realmente mala, pero tampoco muy buena; por eso puedo recomendarla si no hay otra cosa en cartelera. Aunque, siendo honestos, me hubiera gustado más ver estos recursos y elenco dedicados a la realización de Zombieland 2. En fin... quizás para la próxima.
Calificación: 7.5

sábado, 29 de octubre de 2011

Los Tres Mosqueteros (The Three Musketeers)

Entre los libros que leía obsesivamente durante mi infancia estaban Robin Hood, Tom Sawyer, Viaje al Centro de la Tierra y Los Tres Mosqueteros. De ellos, quizás este último sea el que más suerte ha tenido en sus adaptaciones cinematográficas, desde el puro placer acrobático de Gene Kelly como D'Artagnan en 1948, hasta la cursi pero divertida versión de Disney estelarizada por Charlie Sheen, Jack Bauer y Oliver Platt a principio de los noventas. Sin embargo, la nueva película Los Tres Mosqueteros, dirigida por el "controversial" Paul W.S. Anderson, prometía añadir algo totalmente nuevo a la receta, pues re-interpreta la venerable novela de Alexandre Dumas como una aventura "steampunk" rebosante de tecnología "retro", artes marciales y acrobacias en cámara lenta. Sé que suena ridículo, pero podría haber sido un fascinante experimento de inesperado ingenio... si el director no hubiera olvidado incorporar una historia coherente o interesante como respaldo de su sobre-diseñado estilo visual.

Con la adición de tantos elementos anacrónicos no podemos esperar una adaptación fiel del libro, pero al menos preserva suficientes elementos para justificar su título: en el siglo diecisiete la monarquía francesa cruza un punto crítico, pues el joven Rey Luis XIII (Freddie Fox) no está preparado para defender su país de influencias extranjeras. La amenaza principal proviene del maquiavélico duque británico Buckingham (Orlando Bloom), quien conspira con el traicionero Cardenal Richelieu (Christoph Waltz) para causar un escándalo que desestabilizará la corona francesa. Por suerte el complot llega a oídos de Athos (Matthew Macfadyen), Porthos (Ray Stevenson) y Aramis (Luke Evans), tres mosqueteros venidos a menos que deciden recobrar su orgullo y dignidad defendiendo al rey, con la ayuda del impulsivo joven granjero D'Artagnan (Logan Lerman). Pero no será fácil, pues la ambiciosa Milady de Winter (Milla Jovovich) parece estar siempre un paso adelante, y hará hasta lo imposible por estar del lado de los ganadores, incluso si para lograrlo tiene que asesinar a su antiguo amor..

Esta revisionista interpretación de Los Tres Mosqueteros probablemente costó más que todas las películas anteriores juntas, y se nota el gran esfuerzo de diseñadores, constructores y técnicos en efectos especiales por alcanzar un opulento estilo visual, impresionante en sus detalles, excesos y magnitud. Lamentablemente todo este esfuerzo tiende a provocar más risas que asombro, por culpa de la increíble pereza del libreto, los horribles diálogos y la irregular dirección de Paul W.S. Anderson, bastante fluida en las escenas de acción, pero sorprendentemente torpe al manejar los momentos de intriga y suspenso que deberían respaldar las acrobacias, explosiones y demás adornos visuales. Incluso si tomáramos Los Tres Mosqueteros como una "comedia accidental", la trama aburre por la desesperante lentitud de sus repetitivas escenas, muchas de ellas construidas con piezas recicladas que hemos visto en mejores películas: el flirteo verbal entre el D'Artagnan y Constance (Gabriella Wilde) carece de química alguna; solo son dos atractivos actores recitando líneas de su libreto, en vez de hacernos creer que existe genuina atracción entre ellos. El personaje de Lady de Winter provoca por alguna razón una de las peores actuaciones de Milla Jovovich, aunque no niego que el entrenamiento físico recibido en la saga Resident Evil resultó útil para crear algunos momentos divertidos a pesar de su falta de originalidad. Esperen a ver la infiltración al estilo de Misión Imposible... sería intolerable si no fuera porque Paul W.S. Anderson convenció a su esposa de que era perfectamente lógico filmar la escena en ropa interior; ¿de qué otro modo podría evadir los rayos láser que protegen las joyas de la corona? (Bueno, en realidad no son rayos láser, sino filamentos de hilo casi invisible... pero para efectos prácticos da lo mismo).

Y en ese estilo procede Los Tres Mosqueteros, con lerdo melodrama interrumpido por ocasional ruido, acción y combates aéreos (los devotos del "steampunk" quedarán encantados, aunque sea por el diseño de producción). Quizás todo esto hubiera sido disculpable si Anderson y su trío de mosqueteros hubieran logrado evocar la intensa amistad que une a los protagonistas en el libro. Desafortunadamente Matthew Macfadyen, Ray Stevenson y Luke Evans parecen estar actuando solos, o en películas distintas, pues tampoco se siente la camaradería que inspiró la famosa frase "todos para uno y un aparatoso" (o algo así; la leí hace muchos años). En resumen, Los Tres Mosqueteros me pareció un chasco de dimensiones "michaelbayescas", aunque no está exento de interés por su humor involuntario, maravillosas imágenes y creativa coreografía acrobática (aunque me decepcionaron los duelos de espadas). Los actores se sienten desperdiciados (al menos los que saben actuar, como Christoph Waltz, una vez más relegado a villano genérico), y la "sorpresiva" escena final parece más una amenaza que el preámbulo de una hipotética secuela. Pero bueno... a estas alturas me conformo con cualquier gota de entretenimiento (aunque sea casual) que pueda destilar de las "películas evento". Además, con suerte, Los Tres Mosqueteros podrían inspirar una nueva tendencia; imaginen a Don Quijote y Sancho Panza haciendo "wire-fu", o a Sherlock Holmes peleando en "slo-mo". Un momento...
Calificación: 6

Desafiando a la Vida (Soul Surfer)

Nota: Publico nuevamente esta crítica por el reciente estreno de la película en México.

Empecé a ver Soul Surfer con la esperanza de encontrar escenas de surf bien filmadas y hermosos paisajes hawaianos, para compensar lo que seguramente sería una blanda historia de inspiración semi-religiosa. Para mi sorpresa terminé disfrutándola mucho más de lo que esperaba, no solo por su genuinamente conmovedora historia (basada en hechos reales, naturalmente), sino por las excelentes actuaciones del elenco entero (¡incluyendo al mismísimo Hércules!) y la sólida dirección de Sean McNamara (redimiéndose parcialmente por la atroz Bratz), quien logró mantener un sobrio balance entre los elementos "espirituales" del relato y la simple fortaleza de sus personajes. Todo eso además de las emocionantes escenas de surf que yo esperaba, y las majestuosas vistas de las costas hawaianas.

La película Soul Surfer se centra en Bethany Hamilton (AnnaSophia Robb), cuyos padres fanáticos del surf (Dennis Quaid y Helen Hunt) le inculcaron a la niña el gusto por el deporte desde muy temprana edad, el cual practica en compañía de su mejor amiga Alana (Lorraine Nicholson). Cuando ambas llegan a la adolescencia demuestran tanto talento natural que los principales patrocinadores del surf las consideran como candidatas al nivel profesional, lo cual las estimula aún más para perfeccionar su técnica. Pero durante una apacible práctica Bethany es atacada por un tiburón y pierde el brazo izquierdo, además de grandes cantidades de sangre. Si tiene suerte de sobrevivir, tendrá que abandonar el surf para siempre. O al menos eso es lo que todos piensan, excepto Bethany misma, quien tiene otros planes para continuar su afición a las olas.

En su nivel más básico, Soul Surfer parece una continuación de aquellos "dramas de la semana" tan comunes en la televisión del siglo pasado. Además, la ideología cristiana enarbolada desde el principio amenaza con transformar la película en un panfleto didáctico difícil de digerir. Sin embargo McNamara no permite que eso ocurra, pues mantiene el ángulo religioso como un elemento periférico cuya función no es convencernos de nada, sino darle contexto al indomable espíritu de la muchacha y a la fe de sus padres (y su familia entera), quienes nunca se opusieron a la pasión de Bethany, incluso cuando enfrentaba obstáculos imposibles. De este modo la trama evita estancarse en el nivel “técnico” superficial (el cual es interesante por sí mismo… ¡Imaginen incorporarse y balancearse en la tabla de surf con un solo brazo!), para dedicar igual tiempo a la exploración del conflicto interno de la niña. Su viaje emocional es asombroso, y nos lleva desde la depresión inicial por no poder hacer cosas que antes parecían fáciles (como cortar una naranja o tocar el ukulele), hasta la inusitada pasión con la que analiza y vence uno por uno los retos que se ponen en su camino, logrando... bueno, no quiero revelar "spoilers", pero siendo una película "inspiradora" podemos imaginar a dónde nos llevará la conclusión.

Además de esa lucidez narrativa, lo que impulsa Soul Surfer con mayor fuerza es la actuación de AnnaSophia Robb, cuyo notable trabajo en cintas infantiles como Bridge to Terabithia y Because of Winn-Dixie ya anunciaba cosas buenas. Quizás no esté al nivel de sus contemporáneas Elle Fanning o Abigail Breslin, pero en cualquier momento encontrará el papel adecuado para alcanzarlas. Su interpretación de Bethany Hamilton encuentra el rango emocional exacto para hacer creíble el impacto del accidente, su depresión temporal y la tenacidad con el que emprende su "re-nacimiento". Por su parte, Dennis Quaid y Helen Hunt cumplen con decoro el difícil trabajo de ser padres comprensivos con la imposible tarea de apoyar a su hija y al mismo tiempo protegerla de su propio entusiasmo. Y los fans (como yo) de la olvidada serie de televisión Beyond the Break apreciarán encontrar a Sonya Balmores en el corto pero jugoso papel de Malina, la principal rival de la protagonista; en cierto modo podría considerarse la "villana" de la película, pero en realidad es una de las pocas personas que nunca puso en duda la capacidad de su oponente, ya fuera con uno o dos brazos. Finalmente, el gran Kevin Sorbo nos muestra su lado dramático como padre de Alana (la mejor amiga de Bethany), quien tiene abundantes razones para sentirse apesadumbrado después del accidente. Me dio gusto verlo en una película "normal", donde no tenga que blandir espadas o combatir aliens mediocremente realizados por computadora.

Hablando de lo cual, merece aplauso y profunda admiración el increíble trabajo realizado por el estudio Engine Room para crear la ilusión del brazo amputado. En el "detrás de las cámaras" incluido en el DVD vemos como la actriz AnnaSophia Robb usó durante la filmación una especie de manga verde en el brazo para facilitar el trabajo de "borrarlo" digitalmente. Claro que "facilitar" es un término relativo, pues los valientes rotoscopistas tardaron casi un año en esa laboriosa actividad... pero valió la pena. La ilusión es tan perfecta que rápidamente olvidamos el truco para centrarnos en las actuaciones, lo cual debería ser siempre la meta de los efectos "invisibles" (mis disculpas por esta diatriba "geek"). Entonces, Soul Surfer me pareció una excelente cinta familiar, quizás un poco blanda y demasiado inocua para satisfacer el apetito dramático de algunos espectadores, pero definitivamente bien producida, con excelente cinematografía y actuaciones perfectamente adecuadas para el estilo e intención de la película (aunque no ganen premio alguno). Pero, por encima de todo, creo que Soul Surfer es una película con mayor sustancia y lecciones más valiosas que la mayor parte de las cintas animadas cuya única función es vender juguetes a los niños. No tengo hijos, pero si los tuviera siento que Soul Surfer sería una película que podría compartir con ellos sin sentir pena ajena. Claro que opino lo mismo de Evil Dead, así que no me hagan mucho caso...
Calificación: 8.5

viernes, 28 de octubre de 2011

Contagio (Contagion)

No me considero germofóbico. De niño jugaba en el lodo con patos y gallinas, y ahora vivo con tres perros, de modo que mis interacciones con orina y heces fecales podrían describirse como "frecuentes". Sin embargo, el pánico desatado en México durante la primavera (boreal) del 2009 por una epidemia de H1N1 me dejó una cierta paranoia residual que ahora me hace tomar consciencia de las cosas que toco cuando estoy en sitios públicos, como el banco, el supermercado... o el cine (¡boink!). Sin embargo, estas débiles precauciones no han impedido que me enferme un par de veces al año de catarro, influenza o alguna de sus coloridas variantes... lo cual me lleva a pensar que la situación retratada en la película Contagio es perturbadoramente realista y creíble, especialmente cuando el director Steven Soderbergh la presenta con un estilo narrativo tan sobrio y minimalista que termina siendo más atemorizante que cualquier "blockbuster" apocalíptico lleno de efectos especiales.

La trama de Contagio sigue el gradual desarrollo de una pandemia global producida por un nuevo virus muy peligroso y difícil de identificar, aislar o combatir. Para mostrar los diversos aspectos de esta catástrofe, el libreto de Scott Z. Burns sigue a un diverso grupo de personas afectadas en distintas maneras por la enfermedad. En un suburbio de Minnesota, Mitch Emhoff (Matt Damon) trata de proteger a su hija adolescente cuando se entera de que la madre fue una de las personas responsables por introducir el virus a los Estados Unidos. En la ciudad de Atlanta, Ellis Cheever (Lawrence Fishburne), alto funcionario del Centro de Control de Enfermedades, enfrenta la imposible tarea de coordinar esfuerzos internacionales para contener la propagación de la enfermedad. Sus ayudantes de campo son las especialistas epidemiólogas Erin Mears (Kate Winslet) y Leonora Orantes (Marion Cotillard), quienes tendrán que lidiar con burocracias corporativas y gubernamentales que insisten en ver el contagio como una oportunidad económica, o como un ataque terrorista (respectivamente). Y finalmente tenemos a Alan Krumwiede (Jude Law), un reportero independiente cuyas estridentes denuncias en Internet podrían revelar un método preventivo... o empeorar la situación para los agobiados científicos que buscan la vacuna. Y, mientras tanto, el virus sigue mutando y propagándose con alarmante velocidad...

Aunque sería fácil comparar Contagio con otras películas sobre epidemias catastróficas (como Outbreak o Carriers), su espíritu e intención me pareció más cercano al de The Andromeda Strain (versión de 1971, desde luego), debido al tono frío e impersonal con el que analiza la amenaza biológica, sin ignorar el drama humano, pero sin explotarlo para obtener fáciles emociones. Y por el lado técnico Contagio me recordó a Traffic por su exploración de sub-tramas paralelas en un estilo semi-documental que parece exento del clásico artificio hollywoodense. Esta estrategia mantiene la historia en movimiento constante, obligándonos a sacar deducciones, atar cabos sueltos y anticiparnos a la angustiosa cadena de causas y consecuencias (desde el principio queda claro que ningún personaje tiene la supervivencia asegurada). Así, retándonos a seguir el ritmo de la película, Soderbergh compensa la ausencia de una estructura convencional, donde quizás encontraríamos villanos pre-fabricados y héroes perfectos tratando de salvar el mundo. Por el contrario, Contagio nos muestra que la pandemia se extiende no por manipulación maquiavélica, sino simplemente porque el sistema social, político y económico está plagado de contradicciones en todos los niveles, las cuales se manifiestan con mayor fuerza en momentos de crisis, cuando ya es demasiado tarde para corregirlas. Francamente eso me da más miedo que una invasión extraterrestre (por decir algo), pues me parece más probable que nuestra civilización colapse por error humano que por influencia de bichos alienígenas (aclaro, no hay nada de ciencia ficción en Contagio; todo es perturbadoramente real y posible - con la excepción del extraño tecno-jazz de la banda sonora).

Lo cual nos lleva a las actuaciones, generalmente tan naturales como el estilo de la película. El excelente ensamble de actores entiende que el drama debe fluir de la situación, y no necesariamente de sus reacciones, así que muestran inusitado control durante escenas que hubieran podido convertirse en pesadas revelaciones sentimentales o innecesarios "duelos de actuación". Del lado de los científicos tenemos a Lawrence Fishburne, Kate Winslet, Marion Cotillard y Jennifer Ehle transmitiendo sin palabras la urgencia de su misión, y el dolor de saber que a pesar de sus esfuerzos por encontrar la curación, morirán millones por simple insuficiencia logística. Jude Law tiene un papel más lucidor como el "blogger" rebelde y controversial que pretende saber "la verdad", aunque esté contaminada con su propio ego e ignorancia. Y del lado del gobierno (no necesariamente como villanos sino como rígidos burócratas) tenemos cortas pero jugosas participaciones de Enrico Colantoni, Bryan Cranston y Elliott Gould... una combinación, por cierto, que me gustaría ver en una cinta de espionaje o algo así. Finalmente, al que sentí un poco fuera de lugar fue Matt Damon. Sin duda es un gran actor, pero en su papel de "hombre común" tiende a desbordar sus emociones, lo cual es aceptable en el contexto de la historia, pero quizás parece exagerado cuando lo comparamos con la gélida eficiencia de sus colegas.

Entonces, me gustó Contagio como "thriller científico" que no necesita usar clichés o arquetipos heroicos para mantener nuestro interés. Tal vez algunas personas quedarán decepcionadas por la ausencia de acción y melodrama; pero la cinta vale la pena por sus valores intrínsecos y por su moraleja (¿o advertencia?) sobre la fragilidad de la civilización y la impredecible naturaleza de nuestro entorno (la última escena es un poco ridícula, pero cumple su misión de explicar los caóticos procesos que ponen en peligro nuestra vida, sin que jamás los imaginemos). Y, a fin de cuentas, si Contagio logra que más personas se laven las manos, o se cubran la boca al estornudar, todos salimos ganando. Especialmente si la vemos en un cine atestado de personas que tosen ocasionalmente... ¿Será simple garganta seca, o un presagio del fin del mundo? (No soy germofóbico, en serio).
Calificación: 9

jueves, 27 de octubre de 2011

Red State

Durante los noventas, las películas del director Kevin Smith fueron muy importantes para el desarrollo de mi afición al cine (para bien o para mal), pues me ayudaron a descubrir el valor del "cine independiente" y sus virtudes narrativas, con las que era capaz de compensar su limitada distribución, reducidos recursos y carencia de "estrellas". Cintas como Clerks, Mallrats y Chasing Amy eran difíciles de encontrar, pero por la misma razón parecían inesperados y muy placenteros descubrimientos cuya "voz" desafiaba los convencionalismos de Hollywood. Sin embargo, cuando la fama "indie" de Smith lo impulsó hasta el "mainstream", tuvo dificultades para encontrar un proyecto que se ajustara a su sensibilidad, lo cual produjo chascos del tamaño de Jersey Girl y Cop Out. Incluso Zack and Miri Make a Porno, su única comedia "de estudio" con moderado éxito, parecía más una cinta de Judd Apatow/Seth Rogen que de Kevin Smith. Imagino que esto lo hizo re-plantear su estrategia, y para su siguiente película decidió regresar a sus raíces independientes, pero no con una amable comedia sobre los "slackers" de Nueva Jersey, sino con una brutal sátira del extremismo religioso que desafortunadamente no se aleja mucho de la realidad. La película es Red State, y aunque no diré que rejuvenecerá por completo la carrera de Smith, definitivamente fue otra inesperada sorpresa que explora un lado más oscuro y reflexivo de este cineasta. Aunque, al igual que sus seminales comedias, sospecho que no será universalmente apreciada por todo el público.

La trama de Red State comienza engañosamente, como si fuera una típica comedia sexual adolescente: usando anuncios clasificados por Internet, tres jóvenes contactan a una mujer ansiosa de tener un "threesome", y cuando acuerdan el punto de reunión (una remota casa rodante), se preparan para pasar una noche inolvidable. Sin embargo la promesa de sexo fue tan solo un señuelo y, después de ser narcotizados, despiertan como prisioneros del demente predicador Abin Cooper (Michael Parks), cuyos feligreses mantienen ideas muy estrictas sobre el pecado... y el castigo que deben recibir los pecadores. Sin embargo, la desaparición de los jóvenes llama la atención de los policías locales, y cuando sus sospechas apuntan a la comunidad fortificada de Cooper, el agente Joseph Keenan (John Goodman) recibe la ingrata tarea de enfrentar al predicador y su "rebaño" de seguidores bien armados con armas automáticas. ¿Se convertirá el asunto en una brutal batalla armada al estilo de Waco y Ruby Ridge, o logrará Keenan calmar la situación con retórica y sentido común?

En ciertos sitios de Internet se habla de Red State como una película de terror, pero no creo que sea una clasificación apropiada. Ciertamente tiene suspenso, "gore" y violencia, pero su tono es más bien dramático cuando nos muestra las consecuencias del choque entre actitudes inflexibles sobre sexo, política y religión. Sin embargo, Smith no pretende darnos una elemental lección moral, con "malos" y "buenos" como extremos imaginarios de una misma discusión. Por el contrario, se nota su genuina intención de mostrar en forma balanceada los puntos de vista de todos los personajes, por extremos y absurdos que puedan parecernos. No estoy diciendo que Smith sea completamente imparcial; ciertamente hay un mensaje sociopolítico en su película... pero tampoco trata de inducirnos a su punto de vista; simplemente presenta facciones convencidas de su propia razón, y nos deja la tarea de decidir con quienes nos afiliamos: ¿estamos de acuerdo con los extremistas religiosos dispuestos a matar para cumplir los dictados de la Biblia? ¿O aceptamos estas manifestaciones de violencia como una cara más del "terrorismo" que el gobierno debe eliminar sin clemencia alguna? ¿O quizás confiamos en la tolerancia como mágica herramienta para hacer posible la convivencia entre ideologías opuestas e incompatibles? Obviamente no todas estas posturas resultan "ganadoras" en la película, pero están presentes para identificarnos con la que mejor nos parezca. Y, por consiguiente, esa posición definirá si Red State nos parece una sátira, una protesta o una tragedia.

En cuanto a sus valores de producción, Smith ha evolucionado considerablemente desde la pobre cinematografía y planos estáticos que marcaron sus primeras películas. Es obvio que Red State se filmó con bajo presupuesto, pero gracias al director de fotografía David Klein y a la dinámica edición del mismo Smith, el profesionalismo visual de la obra excede (casi siempre) sus escasos recursos. Combinando creativos emplazamientos de cámara, sutiles movimientos e incluso dinámicas secuencias de "cámara al hombro", Red State resulta ser una de las más pulidas cintas de este director, y quizás ayudará a disipar su fama de ineptitud visual. Igualmente notables son las actuaciones del elenco entero; el veterano Michael Parks se roba la película como el carismático predicador cuyos racionales y convincentes sermones ocultan considerable locura (o iluminación religiosa... cada quién elija). John Goodman es impresionante como el agente de la ATF (Arms, Tobacco and Firearms) encargado de resolver un conflicto sin solución; y la joven Kerry Bishé (a quien solo conocía por su papel cómico en Scrubs: Med School) me sorprendió mucho como la única integrante de la Iglesia de Cooper cuya consciencia trasciende su fe. Impresionante trabajo en un papel corto que resalta incluso al lado de sus más experimentadas co-estrellas.

Entonces, Red State podrá divertir, ofender o irritar al espectador, según sus creencias personales. Pero más allá de eso debería apreciarse como una película audaz, interesante y con un fuerte mensaje detrás de su controversia. Me da mucho gusto que Kevin Smith haya encontrado un nuevo nicho, y confío en que seguirá haciendo películas provocativas, siempre y cuando obedezca a su "voz" interna, en vez de infiltrarse incómodamente en los clichés de Hollywood... a menos que cumpla su promesa de retirarse, en cuyo caso encontró la película perfecta para cerrar su carrera con un gesto desafiante que al mismo tiempo respeta el espíritu de su previa filmografía, y lo extiende a horizontes que no lo creíamos capaz de alcanzar. Me gustaría terminar diciendo "Snootchie Bootchies", o con una referencia al perro de Walt Flanagan, pero Red State no es el tipo de película que invite al humor o la ironía, sino a la reflexión y la melancolía. Las situaciones de su argumento parecen extremas... pero la historia ha demostrado que pueden ocurrir en cualquier momento. Quizás ese sea el mensaje de la película; no importa quién tenga la razón, siempre habrá excusa para pelear.
Calificación: 9

lunes, 24 de octubre de 2011

Una Vida Mejor (A Better Life)

Al hablar de "la evolución de un cineasta" deberíamos referirnos a un cambio positivo. Lamentablemente no podemos describir así la carrera del director Chris Weitz, pues a pesar de la innegable variedad de historias que ha llevado a la pantalla, me parece que la calidad de sus obras disminuyó entre más se alejaba de la comedia donde inicialmente encontró éxito. De la popular American Pie (co-dirigida con su hermano Paul) pasó a la mediocre Down to Earth; luego (en una inesperada recuperación) logró su mejor película, About a Boy (en mi humilde opinión). Pero luego vino el costosísimo chasco de The Golden Compass, seguida del aburrimiento romántico de New Moon. Y ahora, para bien o para mal, Weitz decidió incursionar en el cine "serio" con el drama Una Vida Mejor, la cual toca temas indudablemente válidos e interesantes sobre los problemas de los inmigrantes mexicanos en los Estados Unidos... pero como película me decepcionó por tener tan poca ambición narrativa que parece una oportunidad desperdiciada, merecedora de un director más audaz y dispuesto a trascender los clichés culturales y homilías televisivas.

La trama se centra en Carlos Galindo (Demián Bichir), inmigrante ilegal mexicano trabajando en Los Ángeles como jardinero itinerante mientras trata de criar a su hijo adolescente Luis (José Julián) y mantenerlo alejado de las pandillas hispanas. A fuerza de trabajo Carlos ha logrado cierta prosperidad, y finalmente puede comprar una camioneta que le permitirá ganar dinero suficiente para contratar un abogado que resuelva la situación de su residencia. Pero cuando la tragedia se interpone en sus planes, padre e hijo deben sumergirse en el lado mexicano de los Ángeles, cuidándose de "la migra", tratando de evadir la omnipresente influencia de las pandillas, y esforzándose por mantener un perfil tan bajo como sea posible, pues cualquier pequeño error podría arruinar su búsqueda del "sueño americano".

Aprecio el válido mensaje de Una Vida Mejor, así como su intención de mostrar el lado trabajador y honesto de los inmigrantes, desafiando los estereotipos de pandilleros, narcos y "bangers". Sin embargo siento que Weitz diluyó la complejidad de su película hasta llegar a una narrativa como de telenovela mexicana, pintando el drama con trazos burdos para fácil asimilación de los "yuppies" liberales norteamericanos, quienes sin duda serán el público meta de la cinta. En otras palabras, creo que pudo hacerse una cinta más honesta y realista sobre este tema, sin simplificarlo tanto que corriera el riesgo de perderse en la marea de "cine inmigrante" (claro que tampoco debería convertirse en Machete). Además, el libreto de Eric Eason tiene algunas cuestionables mecánicas para facilitar el drama, desde coincidencias inverosímiles hasta absurdas omisiones de sentido común sin las cuales no avanzaría la historia.

Lo que rescata la película son las actuaciones, la metódica dirección y sobre todo el uso de locaciones que presentan un lado muy distinto de Los Ángeles al que estamos acostumbrados a ver en películas y series de televisión. Demián Bichir es un protagonista creíble y eficiente, capaz de expresar sin palabras las múltiples contradicciones que enfrenta cada minuto que pasa en los Estados Unidos. También me gustó el trabajo del joven José Julián, representando las generaciones confundidas por la transición de culturas, habiendo nacido allá, pero con raíces en México. Y finalmente merece aplauso el cinematógrafo Javier Aguirresarobe por pintar con igual belleza las elegantes mansiones donde trabaja el protagonista, y los barrios bajos de "South Central", donde el choque de ideologías se manifiesta con mayor vehemencia en las paredes, los decorados y en la gente misma. Ah, y la banda sonora también adorna mucho la película, recorriendo la gama desde la música ranchera, "narco-corridos" y dinámico "chic-hop" (hip-hop chicano).

Entonces, puedo recomendar Una Vida Mejor por su mensaje, sus personajes y la complicada textura multi-cultural que el director aplica a una historia que en cierto modo se siente simple y hasta pre-fabricada. Pero bueno... el simple hecho de que se haya producido es un pequeño triunfo para la causa mexicana (y, claro, de todos aquellos inmigrantes de otros países que también viajan "al norte" en busca de más oportunidades y un mejor futuro), así que vale la pena apoyarla por atreverse a decir lo que no es tan evidente si solo vemos noticieros y declaraciones de políticos. Finalmente, como parte de la filmografía de Chris Weitz, Una Vida Mejor fue una agradable sorpresa, así como un paso en la dirección correcta para recuperar la credibilidad que casi había perdido. En resumen: un buen esfuerzo redimido más por su intención que por su valor narrativo.
Calificación: 7

domingo, 23 de octubre de 2011

Johnny English Recargado (Johnny English Reborn)

Antes que nada, debo aclarar que no soy fan de la película Johnny English, ni en general del comediante Rowan Atkinson. O, mejor dicho, no soy fan de su faceta "Mr. Bean", aunque definitivamente me hizo reír en su legendaria serie televisiva Black Adder, y con sus elegantes rutinas de "stand up". Sirva esto como justificación de la antipatía que sentí por la secuela Johnny English Recargado, a pesar de mi sincera disposición por no tomarla en serio y tratar de asimilar su simplón estilo de comedia. Entiendo que su meta sea el humor amable y accesible para toda la familia, pero no puedo dejar de pensar que con un poco de esfuerzo pudo llegar más lejos sin perder su inocente (?) actitud.

La trama es al mismo tiempo ridículamente simple e innecesariamente complicada. Al principio de la película nos enteramos de que el experto agente Johnny English (Rowan Atkinson) fue despedido de la organización secreta MI7 después de arruinar una importante misión en Mozambique. Entonces, para controlar su sentimiento de culpa, English se mudó al Tibet, donde estudia avanzadas técnicas de meditación y artes marciales (algunas de las cuales incluyen arrastrar una roca con el pene - ¡Jo, jo, jo! ¡Comedia familiar!). Pero cuando la directora de MI7 descubre una conspiración para asesinar al Premier chino, se ve obligada a reclutar nuevamente a English, pues solo el mejor agente será capaz de detener el complot y descubrir a los misteriosos integrantes de un grupo terrorista llamado "Vortex". ¿Logrará el renovado agente superar sus inseguridades (y su ineptitud) para salvar al Premier y evitar una catástrofe internacional?

La respuesta a esa pregunta es menos importante que el curioso proceso de investigación que sigue Johnny English, el cual consiste primordialmente en dar y recibir golpes en los genitales, hacer el ridículo enfrente de sus superiores, y ganar accidentalmente las peleas contra los abundantes enemigos que quieren eliminarlo. Admito que hay cierto humor en estas rutinas, así como en los pequeños momentos de comedia más sutil y personal (como algunas reacciones faciales de English o de sus sorprendidos colegas). Sin embargo el principal problema (en mi humilde opinión) es que el libreto siempre toma la ruta fácil... el chiste obvio y predecible que vemos venir desde lejos, y por lo tanto carece de sorpresa o ingenio. El personaje de Johnny English comenzó como una parodia de James Bond y, en vista de lo mucho que evolucionó esa serie en las últimas dos décadas, hubiera sido agradable ver reflejado el cambio en esta parodia. Quizás un sutil barniz de cínico post-modernismo hubiera hecho más interesante Johnny English Recargado, sin perder el atractivo para el público familiar.

Por lo menos resultó simpático ver a varios buenos actores respaldando las peripecias de Rowan Atkinson, empezando por Gillian "Dana Scully" Anderson luciendo un excelente acento inglés como la directora de MI7; Rosamund Pike, aprovechando la experiencia que obtuvo en una auténtica película de James Bond; la seductora voz de Mariella Frostrup dándole personalidad al Rolls Royce inteligente del protagonista; y Dominic West ejercitando sus aptitud de "héroe de acción" (bueno, dentro de lo que cabe para una estrella del teatro británico). Sin embargo, no puedo recomendar Johnny English Recargado porque, a fin de cuentas, no me hizo reír lo suficiente (aunque no juzgaré a quienes la encuentren hilarante), y porque la serie de Austin Powers realizó un mejor trabajo parodiando el arquetipo del súper agente secreto (para el caso, algunas de las cintas de James Bond de los ochentas, con Roger Moore, podrían considerarse también parodias del personaje). Entonces, hasta que alguien se decida a hacer Black Adder: The Movie, creo que me abstendré de recibir más dosis de Mr. Bean (o Johnny English). Pude invertir esta hora y media viendo sitcoms mediocres y quizás me hubiera divertido más.
Calificación: 5

sábado, 22 de octubre de 2011

Actividad Paranormal 3 (Paranormal Activity 3)

Pues casi sin darnos cuenta Paranormal Activity tomó el lugar de Saw como la franquicia anual de terror que con cada nueva película recicla una misma fórmula cambiando algunos elementos, o profundizando más en la historia original. Y aunque técnicamente podrían realizarse más secuelas (o precuelas, según sea el caso) en años venideros, creo que Actividad Paranormal 3 funciona bien como cierre definitivo y más o menos satisfactorio de la serie. Ahora es el momento de retirarla en un punto de aceptable éxito, antes de que empiecen a sufrir la indiferencia del público (como le ocurrió a Saw).

Pero bueno... antes que nada, un pequeño resumen para quienes llegaron tarde a la saga: En la original Paranormal Activity vimos cómo una presencia fantasmal asoló a Katie (Katie Featherston) y terminó por destruir su matrimonio (entre otras cosas). Luego, la precuela Paranormal Activity 2 nos mostró los similares eventos que experimentó Kristi (Sprague Grayden), la hermana menor de Katie. Y ahora, en Actividad Paranormal 3, nos remontamos a la infancia de las hermanas en 1988 (interpretadas por Chloe Csengery y Jessica Tyler Brown, respectivamente), viviendo en una casa nueva con su madre Julie (Lauren Bittner) y su padrastro Dennis (Christopher Nicholas Smith). Casualmente Dennis trabaja como videógrafo de bodas y eventos, y por lo tanto tiene acceso a equipo de video sofisticado, así que cuando empieza a notar ruidos extraños en su nuevo hogar, decide montar cámaras en puntos estratégicos para documentar lo que está pasando, y quizás convencer a la escéptica Julie de que realmente hay una presencia sobrenatural. Entonces, como puede esperarse, las cámaras capturan eventos inexplicables que podrían estar relacionados con "Toby", el amigo imaginario de Kristi, que aparentemente se oculta en un pequeño armario donde Dennis descubre curiosas marcas dibujadas en la pared...

Por un lado me gustó que Actividad Paranormal 3 se tomara la molestia de continuar y resolver el misterio sobre la presencia fantasmal establecido en las dos previas películas. Por otro lado, la explicación no me dejó muy satisfecho, ni me pareció particularmente ingeniosa (de hecho es bastante cliché). Creo que una de las mejores cualidades de la serie fue el balance que mantuvo entre realismo y fantasía; el entorno era muy real, los personajes eran más o menos creíbles, y las manifestaciones sobrenaturales producían temor no solo por su naturaleza "paranormal", sino porque sugerían un propósito siniestro, doblemente atemorizante por ser tan vago e impredecible. La mayor parte de Actividad Paranormal 3 mantiene esa actitud... pero cuando llega el momento de la gran revelación, sentí que cruzó la línea hacia un terreno fantástico poco compatible con el tono de la serie. En otras palabras, no me pareció una explicación bien fundamentada, sino una excusa improvisada que al menos no contradice los eventos de las dos anteriores películas.

Por lo demás, la cinta se apega a la receta que ya probamos: largas tomas de la familia durmiendo, mínimos efectos especiales y unos cuantos sobresaltos para romper el suspenso (algunos incluso cómicos). Y no sé si habrá sido por la calidad de la proyección en el cine al que asistí, o si fue un efecto intencional para ajustarse al período histórico de la cinta, pero las escenas de "video casero" me parecieron de más baja calidad, lo cual restó definición y claridad a esos tensos momentos donde no sabemos qué va a ocurrir, y nuestros ojos escudriñan ansiosamente las oscuras esquinas de la pantalla en busca de movimiento. Por eso creo que Actividad Paranormal 3 funcionará mejor en video, como ocurrió con las cintas anteriores. En cuanto a los actores, Lauren Bittner y Christopher Nicholas Smith se sienten razonablemente naturales, aunque no me parecieron tan bien dibujados como las parejas de las películas anteriores; no solo faltó química entre ellos, sino algo en su personalidad que los definiera mejor. Por su parte, las niñas Chloe Csengery y Jessica Tyler Brown tienen mejor interacción como hermanas e hijas confusas; en particular me impresionó Tyler Brown en ciertas escenas donde debe actuar con su amigo imaginario y reaccionar con apropiado temor o incertidumbre. Me pregunto si será realmente muy buena actriz a pesar de su corta edad, o si la habrán asustado con algo para obtener esas reacciones.

Hablando de realidad, los directores de la película son Henry Joost y Ariel Schulman, más conocidos por su reciente éxito independiente Catfish, donde también usaron la herramienta del video casero para contar una historia interesante y de cuestionable veracidad. Estimo que por eso les asignaron esta tercera parte, y aunque su trabajo fue técnicamente impecable (dentro de las limitaciones impuestas por la fórmula), tampoco se esforzaron mucho por romper el formato o introducir algo más ingenioso que expandiera la cobertura o futuro de la franquicia (bueno, con la excepción de una cámara montada sobre un ventilador oscilante, pero no cuenta para lo que estoy diciendo). Entonces Actividad Paranormal 3 fue más de lo mismo (como esperábamos), lo cual será bueno o malo dependiendo de las expectativas de cada espectador. Por mi parte, aprecié la atención prestada a la continuidad del misterio, sentí uno o dos sobresaltos (aunque poco "terror") y disfruté los breves momentos de suspenso. Sin embargo, la conclusión me decepcionó un poco, sobre todo porque en cierta medida altera mi percepción de las dos primeras películas, y hará más difícil hacer futuras secuelas (o precuelas) capaces de evocar la misma sensación de angustia e incertidumbre. Y en vista de que muchos otros cineastas ya se encargaron de agotar el truco del video casero, será mejor cerrar definitivamente la puerta de la serie, al menos hasta que alguien encuentre el ángulo apropiado para darle nueva vida (mi sugerencia: Paranormal Activity: CSI).
Calificación: 7

viernes, 21 de octubre de 2011

El Árbol de la Vida (The Tree of Life)

No me considero aficionado ni apologista de la obra del venerado director Terrence Malick, aunque sin duda encuentro fascinantes sus películas (incluso las que no me gustan), pues por oblicuo o confuso que sea su mensaje, poseen una intensa sensibilidad que captura al espectador dispuesto y lo transporta al universo que habitan sus personajes, para compartir sus experiencias y especular sobre sus motivaciones. Y, claro, no hace falta describir la legendaria calidad visual que Malick y sus colaboradores cinematográficos imprimen en cada cuadro de sus cintas, lo cual conspira con su etérea atmósfera para darles un tono espiritual y onírico que ningún otro cineasta consigue (quizás con la excepción de David Lynch, aunque no me atrevería a compararlos porque sus obras poseen un tono absolutamente distinto). El caso es que toda esto se multiplica geométricamente en El Árbol de la Vida, la más reciente película de Malick, y quizás la más densa en ideas, ambigua en narrativa y satisfactoria como simple experiencia sensorial.

Parece inútil escribir una sinopsis sobre una cinta tan subjetiva como El Árbol de la Vida, pero en su más básica forma nos muestra la vida de la familia O'Brien en un pueblo de los Estados Unidos durante los años cincuentas. Ahí vemos pasajes fragmentados del Sr. O’Brien (Brad Pitt) enseñando disciplina y valores a sus hijos, mientras su esposa, la Sra. O’Brien (Jessica Chastain) trata de balancear el hogar con una actitud cariñosa y compasiva. En particular nos centramos en las experiencias de Jack (Hunter McCracken), el hijo mayor, quien al mismo tiempo admira y resiente a su padre durante la transición de niño a adolescente. Posteriormente, como adulto en la época actual (ahora interpretado por Sean Penn), encontramos a Jack trabajando en un sofisticado entorno urbano, donde la evocación de aquellos recuerdos le producen una incierta respuesta emocional. Y, como marco de este íntimo drama humano, presenciamos épicas vistas cósmicas de la creación del universo, el surgimiento de la vida, la evolución de compasión entre los dinosaurios y tal vez escenas del lejano futuro, donde todos los cabos sueltos se atan en una simple verdad universal (o algo así).

Si no estuviera realizada con tan impresionante belleza visual y honestidad emocional, me daría risa la inmensa ambición de El Árbol de la Vida. Y si fuera más cínico diría que parece una combinación de documental naturalista y pretenciosa "cinta de arte" con un mensaje demasiado obtuso (o demasiado simple) para tomarse en serio. Sin embargo, la mágica dirección de Malick y sus finos instintos dramáticos logran que el fondo trascienda a la forma, convirtiendo la lentitud de su desarrollo en metódica reflexión, y la arbitrariedad de su narrativa en un rompecabezas que nos invita a resolver, no necesariamente para conocer la forma oculta en sus fragmentos, sino para descubrir el valor del proceso mismo. Por otro lado, entiendo que no toda la gente aceptará la tarea de descifrar las intenciones de un director que no parece interesado en construir una historia coherente o convencional. Ciertamente El Árbol de la Vida sufre algunos síntomas del más pretencioso cine independiente, como diálogos susurrantes que realmente no dicen nada ("¿Cuándo fue la primera vez que te tocó el corazón?"), y confusa manipulación de tiempo y espacio sin propósito aparente (¿mencioné los dinosaurios?). Ambos enfoques son válidos; como cualquier obra de arte que sea digna de serlo, El Árbol de la Vida está sujeta a la interpretación personal, de modo que (parafraseando a Yoda), cada espectador sacará de ella lo mismo que lleve consigo.

Por eso habrá gente que recibirá la película como una epifanía religiosa catártica e intensamente personal; para otros podría confirmar el poder del inmisericorde orden natural sobre las fantasías espirituales de los egocéntricos humanos. En otras palabras, la yuxtaposición de prosaicas rutinas domésticas con grandiosas vistas del espacio podrían significar que la vida, los recuerdos y experiencias del hombre son tan vastos como el universo mismo. O tal vez quiera decir que las grandes tragedias, alegrías y decisiones de nuestras vidas son intrascendentes en el gran esquema de la existencia universal. Honestamente no lo sé, ni me preocupa definirlo pues, como dije, la experiencia misma de ver El Árbol de la Vida puede ser más importante que su mensaje (asumiendo que tuviera un mensaje concreto). Excepto para quienes se queden dormidos con las largas escenas de niños jugando en el campo, la familia O'Brian cenando en silencio, o los paseos por el abstracto espacio visual del "Big Bang".

Habiendo dicho eso, aclaro que El Árbol de la Vida nunca me aburrió ni se me hizo cansada, pues la mera combinación de música e imágenes la convierte en un espectáculo hipnótico, de increíble belleza y potencia emocional. Entonces, con o sin mensaje; como celebración de la humanidad o como denuncia de su estúpida soberbia; o como metáfora de los altibajos emocionales de una vida fundamentada en valores que no aplican en el mundo moderno; puedo recomendarla tan solo como una de las más memorables experiencias cinematográficas que he tenido en muchos años (por extraña que suene la comparación, me pareció una mezcla de The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford y 2001: A Space Odyssey). Lamentablemente no se está exhibiendo en IMAX (que yo sepa); me hubiera encantado verla así, pues creo que lo merece más que cualquier "blockbuster" de acción. Quizás si hubiera tenido más dinosaurios le hubieran dado ese privilegio. Lástima; parece que las ideas gigantes no garantizan tener una pantalla gigante.
Calificación: 9