lunes, 31 de enero de 2011

Karma (Stone)

¿Dos buenas actuaciones de Robert De Niro en un mismo año (y una hilarante aparición en 30 Rock)? ¿Estará realmente tratando de redimir su “etapa mediocre”? Si es así, es hora de que sus fans y ex-fans se regocijen. Claro que será necesario fingir amnesia en lo que respecta a Little Fockers, pero bueno… dos de tres no está mal. De cualquier modo me da gusto que este legendario actor esté buscando mejor material, y aunque Karma (torpe “traducción” mexicana del título original, Stone) no sea particularmente buena, le da oportunidad de crear un personaje creíble y definido, deleitándonos de paso con un “duelo de actuación” que también incluye a los excelentes Edward Norton y Milla Jovovich. Lástima que eso sea todo lo que puede ofrecer esta cansada película.

La trama sigue al lacónico Jack (Robert De Niro), oficial correccional especializado en evaluar prisioneros peligrosos para determinar si merecen libertad condicional. Desde el principio se nota que está cansado de su trabajo, y además vive en una frustrante rutina hogareña con su esposa Madylyn (Frances Conroy). Pero cuando le toca evaluar a un criminal llamado Stone (Edward Norton), Jack descubre por fin un caso que realmente despierta su interés… aunque la razón podría ser que Lucetta (Milla Jovovich), la guapa esposa del prisionero, está infiltrándose paulatinamente en la vida del oficial, con intenciones románticas… o de otro tipo. Y, desde luego, la relación que se desarrolla entre el trío tendrá graves consecuencias para todos los implicados.

Stone (me rehúso a llamarle “Karma”) comienza con una interesante premisa policíaca, pero eventualmente cambia de dirección y se transforma en un lento “drama psicológico” que examina la espiritualidad de los personajes y los eventos que forjaron sus personalidades. La verdad no puedo decidir si eso fue bueno o malo. Por un lado, el énfasis en los conflictos internos, sentimientos de culpa y frustración existencial conducen a algunas escenas muy buenas, donde los actores pueden lucir su talento expresando sin palabras sus más profundas emociones. Por otro lado, dos horas de depresión y trémulas conversaciones no dan como resultado una película muy amena o memorable. Creo que el director John Curran decidió sacrificar el entretenimiento de su película en aras del drama, de modo que Stone termina siendo un desfile de actuaciones que podemos apreciar por su técnica, pero que se sienten perdidas en un desierto de indiferencia narrativa. Perdón por esa horrible metáfora; debe ser consecuencia de haberme expuesto a los desvaríos “new age” de esta película.

Entonces, me temo que Stone no me pareció muy recomendable, excepto para estudiantes de actuación y para fans incondicionales de Robert De Niro y Edward Norton, cuya interacción es excepcional… aunque si tuviera que elegir un “ganador” en el duelo de actuaciones, le daría el triunfo a Norton. Al principio se siente demasiado forzada su interpretación de criminal tosco e ignorante, pero después de un rato me convenció con el realismo de su evolución emocional. Milla Jovovich enfrenta un papel más ambiguo que igualmente mantiene a la altura de sus co-estrellas; y también me gustó Frances Conroy como la sufrida esposa de Jack; de hecho, la confundí inicialmente con Sissy Spacek, pues tiene una similar aura de estoica melancolía. Pero la inescapable realidad es que Stone es aburrida, a veces pretenciosa y poco satisfactoria para quien esperaba algo mejor de esta combinación de talentos. Aún así es un paso adelante para De Niro; si sigue así, quizás en diez años lo veremos disfrutando un renacimiento creativo. Espero que para entonces Martin Scorsese esté planeando Taxi Driver 2: Yes, I’m Talking to You.
Calificación: 5

domingo, 30 de enero de 2011

Noches de Encanto (Burlesque)

Esto es lo que acarrea el éxito de la serie Glee... películas sin argumento, centradas en números musicales sobre-producidos con excesivos vestuarios y mucho "drama", pero nulo valor narrativo. De cualquier modo, mientras me pongan enfrente el señuelo de Veronica Mars bailando en ropa interior semi-transparente, caeré con gusto en la trampa. Buen truco, Hollywood.

Caso en cuestión: la película Noches de Encanto, un desvergonzado refrito de TODOS los clichés del sub-género "chica inocente en busca del éxito". A saber: Ali (Christina Aguilera) está cansada de su trabajo como mesera en un pequeño pueblo norteamericano, así que compra su pasaje a Los Ángeles y parte en busca de fortuna, lo cual resulta más fácil de lo que esperaba, pues casi de inmediato descubre un peculiar club llamado Burlesque, donde guapas mujeres interpretan elaborados números musicales que evocan el glamour y picardía de clásico burlesque. El dueño del club es un travesti llamado Tess... no, perdón. Es Cher, quien de inmediato admira la perseverancia de Ali y le da trabajo como mesera. Pero cuando la joven recibe la oportunidad de hacer una audición para convertirse en bailarina, deberá luchar contra los celos de su rival Nikki (Kristen Bell) y sus propias inseguridades. Afortunadamente su tremenda voz le ayudará a conseguir un lugar en el escenario... aunque podría ser efímero, pues un malévolo empresario quiere cerrar el club para construir un edificio. ¿Cómo podrán Tess, Ali y el sufrido asistente Sean (Stanley Tucci) resolver el problema? ¡Con más números musicales, desde luego!

A decir verdad, la energía de Noches de Encanto y sus ridículos momentos "dramáticos" me parecieron entretenidos durante la primera media hora. Pero eventualmente la trama se desvía del territorio "Glee para adultos" y se sumerge en las aburridas vidas personales de las bailarinas, llenas de romance forzado (con Cam Gigandet como el apuesto cantinero que ayuda a Ali, aún a riesgo de arruinar su relación con su prometida), traiciones (¿qué hará la estrella que súbitamente se ve opacada por la chica nueva?) y todas las demás escenas que hemos visto en películas similares. De hecho, Noches de Encanto tiene alarmantes similitudes con Showgirls, pero sin la atmósfera sórdida ni el implacable humor satírico que impulsó a aquel clásico de culto. Creo que Noches de Encanto se compara mejor con Glitter, Honey o Center Stage 2, pues la floja narrativa nunca trata de sobrepasar el más elemental nivel de telenovela. Entonces, eso deja los números musicales como posibles redentores de la película. ¿Lo consiguen? En mi humilde opinión no, pero entenderé si algunas personas ponen suficiente peso en las coreografías, vestuarios y canciones para quedar satisfechos con esta irregular película.

Mi queja más grande sobre las escenas de supuesto “burlesque” es que no las encontré "sexy"... Algunos números son técnicamente impresionantes (en particular el final), y las chicas son sin duda flexibles y atractivas, pero es difícil encontrar sensualidad en las toscas rutinas que parecen sacadas de un video de Beyoncé o Lady Gaga, pero con "fishnets" y ligueros en vez de brassieres con torpedos. En cuanto a Christina Aguilera, no me pareció buena actriz ni lo suficientemente carismática como protagonista. Afortunadamente tiene el respaldo de un notable elenco, cuyas actuaciones no llamaría "buenas", sino "útiles" para los fines de la cinta. Cher parece divertirse con su simple personaje, así como el siempre confiable Stanley Tucci y el sufrido Peter Gallagher, una vez más repitiendo el papel de estricto administrador que lo vimos intepretar en Center Stage y su mencionada secuela. ¿Y Kristen Bell? Les aseguro que la novedad de verla bailando en mallas y con peluca negra se agota bastante rápido.

Si Noches de Encanto durara cuarenta y cinco minutos menos podría condensar su tedioso drama y dedicar más atención a los números musicales, que son lo único medianamente rescatable de la película (aunque copien el estilo de Pussycat Dolls... no el grupo pop sino la "troupe" coreográfica que lo inspiró). Pero con dos horas por llenar, deambula sin rumbo durante largos períodos mientras nos endilga personajes poco interesantes cuyos arcos dramáticos hemos visto cientos de veces en cintas más competentes. Pero bueno... quizás sea apropiado que estas películas emulen la mentalidad de sus despistadas protagonistas, convenciéndose de que son "fabulosas" cuando en realidad parecen grotescos desastres que idiotas como yo disfrutamos con mórbido deleite. Con un libreto más dinámico y mejores actuaciones Noches de Encanto quizás hubiera logrado ser un genuino homenaje al venerable arte del burlesque. Pero en su estado actual desperdicia sus "atributos" (tómenlo como quieran) en una experiencia tediosa que nunca es lo suficientemente "camp" para satisfacer al conocedor de desastres fílmicos. En fin... al menos no hay "mash-ups" incongruentes que arruinen canciones clásicas de Journey.
Calificación: 6

sábado, 29 de enero de 2011

Cisne Negro (Black Swan)

Si algo tienen en común las películas de Darren Aronofsky es la obsesión. No importa cual sea su argumento, podemos estar seguros de que el eje de la historia será la obsesión que está devorando la vida de una persona, ya sea en la forma de una imposible fórmula matemática (en Pi, de 1998); la adicción (en Requiem for a Dream, del 2000); el amor eterno (The Fountain, 2006); o recapturar glorias pasadas (The Wrestler, 2008). Y ahora llega Cisne Negro, la más reciente película de Aronofsky, que sigue esa tendecia temática con inusitada madurez e intensidad, auxiliada por una actriz cuyo trabajo trasciende la pantalla para convertirse en una experiencia casi palpable. En resumen, creo que es mi película favorita de este director, y una de las que más me han gustado en años recientes, lo cual no signifique que sea perfecta.

El cisne negro del título es la bailarina Nina Sayers (Natalie Portman). O al menos eso desea el estricto y manipulador Thomas Leroy (Vincent Cassel), director del Ballet de Nueva York, cuando escoge a la vulnerable Nina como figura principal de El Lago de los Cisnes, en la que interpretará el papel del Odile, el cisne negro, y Odette, el cisne blanco. El problema es que Leroy piensa que Nina es técnicamente perfecta para el etéreo cisne blanco, pero le falta emoción y fuego interno para interpretar al cisne negro, y por eso la presiona constantemente para que "pierda el control" y baile con mayor pasión. Las cosas empeoran cuando ingresa a la compañía una nueva bailarina llamada Lily (Mila Kunis), cuya técnica no es perfecta, pero tiene la pasión que Leroy busca. Entonces empieza a desarrollarse una extraña relación de amistad y rivalidad entre ambas, que quizás sea lo que Nina necesita para avivar su pasión por el ballet... o para enfrentar la represión que enfrenta en su hogar por parte de su dominante madre Erica (Barbara Hershey), quien quiere vivir a través de su hija la carrera que abandonó.

Creo que Cisne Negro es una película que dividirá al público, pues mientras que unos la aclamarán como una extraordinaria obra de arte con gran profundidad, simbolismo y emoción, otros la descartarán como un melodrama predecible y hasta absurdo por los extremos visuales que el director emplea para mostrarnos la inestable mente de la protagonista. Yo pertenezco al primer grupo, pues aunque también me parecieron un poco excesivas las artimañas estilísticas de Aronofsky, quedé hipnotizado por la intensa y sincera actuación de Natalie Portman. Sencillamente no recuerdo haber visto una actuación igual en toda mi vida (lo cual no quiere decir que no existan; simplemente que no las recuerdo, y mi memoria es mala, así que no significa mucho esta declaración). Desde los primeros segundos de la película Portman establece con increíble claridad y precisión el carácter y actitud de su personaje, y no hace falta mucho diálogo ni "exposición" para comprender el arduo camino que la llevó al Ballet de Nueva York, la difícil situación que vive en su casa, y el daño que le hace la supresión de emociones e instintos naturales en su búsqueda de la "perfección". Cisne Negro está llena de buenas actuaciones, incluyendo las de Vincent Cassel, Winona Ryder (demasiado corta), Mila Kunis y sobre todo Barbara Hershey; pero la de Portman opaca todas las demás, y es la que más tiempo se quedará en nuestra cabeza (al menos en la mía).

La única vez que he visto ballet en vivo fue justamente una puesta en escena de El Lago de los Cisnes, y me impresionó por los elaborados efectos escénicos con los que adornaron la obra (en particular recuerdo un relámpago que anunciaba la entrada del malvado hechicero). La película Cisne Negro emplea también numerosos efectos especiales, pero la mayor parte son sutiles y casi invisibles, lo cual los hace más perturbadores porque nunca estamos seguros si realmente vimos lo que creímos haber visto. Esa es la atmósfera general de la película... un ambiguo balance entre fantasía y realidad, no como extremos opuestos, sino como fusión de experiencias que deben ser interpretadas por cada espectador para sacar las conclusiones que mejor le parezcan. Tal vez ese tono inquietante y pesadillesco es la razón por la que que algunas personas clasifican Cisne Negro como una película de terror (incluso estuvo en la portada de Fangoria); pero creo que sería un error encasillarla en un nicho específico, pues su ambición es muy superior a cualquier fórmula o género. Cuando mucho me atrevería a llamarle "arte de explotación", o "explotación artística". Como sea, es mejor que cada quien la vea y decida.

Hablando de lo cual, creo que tampoco conviene esforzarse por "entender" Cisne Negro, ni separar las escenas "reales" de las que (quizás) ocurren en la mente de la protagonista, pues siento que el propósito de la historia fue hacernos partícipes de la confusión, angustia y terror que experimenta la bailarina bajo la intensa presión ejercida por los distintos aspectos de su vida, desde el horriblemente competitivo mundo del ballet profesional, hasta la ansiedad que siente en su hogar por sus propias inseguridades y por la influencia de su sofocante madre (todo ello complementado por la bombástica música de Tchaikovsky, nada menos). Aronofsky y Portman consiguen meternos en la situación con una pericia e intensidad que pocas veces he encontrado en el cine, y por eso puedo recomendarla con inmenso entusiasmo como una de las mejores películas que he visto en años recientes, aunque con la advertencia de que podría ser demasiado extravagante para quienes solo querían ver una historia de perseverancia y triunfo que celebre la belleza del ballet. En cierto modo Cisne Negro también hace eso, pero no por la ruta amistosa y accesible de Center Stage o The Company, sino por el escabroso territorio de la mente humana, que puede ser igualmente hermoso, aunque no por ello libre de peligros. Y creo que no hay mejor guía para ese paseo que Darren Aronofsky. Bueno, tal vez David Lynch, pero eso es discusión para otro día.
Calificación: 10

viernes, 28 de enero de 2011

Temporada de Brujas (Season of the Witch)

Recuerdo que hace casi veinte años quedé muy impresionado con la película Kalifornia (1993), y pensé que el director Dominic Sena se perfilaba como un talento a seguir en los años venideros. La realidad fue muy distinta, pues con sus siguientes películas (Gone in 60 Seconds, Swordfish, Whiteout) las expectativas sobre su talento disminuyeron considerablemente. Por eso fui a ver Temporada de Brujas con poco entusiasmo, y lamentablemente mi pesimismo estuvo justificado, aunque no niego que la cinta guarda inesperadas bondades para los fans del cine "tan malo que es bueno". Claro que muchas personas opinarán que se queda simplemente en al categoría de "mala". Y quizás tengan razón, pues no puedo defenderla; aunque puedo exponer las razones por las que salí del cine con una sonrisa en la boca (algunos dirían "rictus").

La trama sigue a Behmen (Nicolas Cage) y Felson (Ron Perlman), soldados durante las Cruzadas que luchan en nombre de Dios, hasta que se dan cuenta de que los generales/prelados están ordenando la muerte de mujeres y niños sin motivo aparente. Decepcionados, ambos caballeros renuncian a las armas y emprenden el regreso a sus respectivos hogares. Pero en el camino encuentran los estragos de la Muerte Negra... una plaga de origen desconocido que amenaza con destruir a la humanidad. Entonces, mientras buscan provisiones y refugio en un pequeño pueblo feudal, son reclutados por el obispo local para escoltar a un sacerdote que pretende llevar una peligrosa bruja (Claire Foy) a un lejano monasterio, donde podrán determinar si la Muerte Negra es de procedencia sobrenatural, o si puede curarse con influencia mágica. Behmen y Felson aceptan, parten en su funesta misión... y, claro, durante el camino tendrán amplia oportunidad de cuestionarse si la frágil muchacha que transportan en una jaula es realmente una poderosa bruja o simplemente otra víctima de la prepotente Iglesia que ya los traicionó una vez.

En resumen... otra "quest movie" centrada en el tedioso recorrido del punto A al punto B. El problema es que entre más caminaban los personajes, más sentía yo que la película no conducía a ningún lado. Y creo que Sena y su guionsta Bragi F. Schut (co-creador de la interesante pero fallida serie televisiva Threshold) pensaron lo mismo, pues periódicamente introducen obligatorios obstáculos y peligros para distraernos y hacernos creer que realmente está pasando algo. El problema es que son interrupciones arbitrarias que no influyen en la trama principal (por ejemplo, una persecución nocturna por una sombría aldea, o un ataque de lobos con rostros satánicos), excepto para sacrificar a los personajes que desde el principio se perfilaban como típica carne de cañón. Por suerte los últimos quince o veinte minutos de Temporada de Brujas compensan parcialmente el tedio de la hora previa, pues llega un inesperado "twist" de proporciones épicas que me hizo reír en igual medida por su absoluta desfachatez, travieso ingenio y horribles efectos especiales. Si tan solo el resto de la película tuviera el mismo nivel de gusto y excéntrica mediocridad, Temporada de Brujas hubiera sido una clásica cinta "tan mala que es buena". Lástima que ese esfuerzo final sea demasiado corto y llegue demasiado tarde. Pero al menos sirvió para demostrar que ni el director ni el elenco toman muy en serio la película, lo cual definitivamente ayuda a hacer la experiencia más pasadera, y a explicar las incongruentes actuaciones de casi todos los actores.

No puedo garantizar la autenticidad histórica de la trama (sospecho que es baja o nula), pero lo que se nota de inmediato es que los actores se sienten demasiado "modernos" y fuera de lugar en el período que ocupa el relato. La excepción, desde luego, es Ron Perlman, quien ha hecho carrera en este tipo de papeles "medievales" (¿cómo olvidar a "Salvatore" en The Name of the Rose?). No así Nicolas Cage, quien simplemente se ve como Nicolas Cage vistiendo ropa prestada de un restaurante con tema medieval, y no como un genuino guerrero de las Cruzadas atravesando una crisis de fe. Además, no parece que haga esfuerzo alguno por emular los acentos o modismos lingüísticos que usan algunas de sus co-estrellas para integrarse mejor al entorno histórico... aunque eso solo añade más humor involuntario a la cinta, sobre todo cuando Cage usa su acento californiano para decir frases tan graves como "No permitamos que su sacrificio sea en vano". Y, llámenme inmaduro, pero no pude evitar reír cada vez que Cage prouncia el nombre "Debalzaq" como "the ball sack". Je, je.... "ball sack". Pero bueno... al menos debo aplaudir la habitual energía que vierte hasta en las más absurdas escenas, garantizando su empleo futuro en cualquier película a la que no se acercarían actores con menor valor o convicción. Bien hecho, Sr. Cage.

A fin de cuentas, ¿funciona Temporada de Brujas como película de terror? No. Pero quien aguante la tediosa hora inicial se verá recompensado por una delirante conclusión que echa la casa por la ventana para entretenernos a toda costa, incluso si debe transformarse en una comedia accidental. Claro que no todo el público pensará igual, pues aunque escuché risas en el cine, algunos espectadores salieron con expresión de disgusto, así que será mejor proceder con precaución y no recomendarla excepto para quien sepa apreciar un chasco fílmico como triste sustituto de una buena película. Hablando de lo cual... me retracto de lo que dije al principio sobre Dominic Sena y renuevo mi fe en su futura carrera, aunque sea por el camino del terror barato directo a DVD. Obviamente este cineasta posee la sensibilidad adecuada para el género, y el humor correcto para sacar el mejor partido de una situación desafortunada. Tengan cuidado, Albert Pyun, Tibor Takacs y Lloyd Kaufman; pronto tendrán más competencia de Hollywood.
Calificación: 6 (sería 4 para personas razonables)

jueves, 27 de enero de 2011

The Girl Who Kicked the Hornet's Nest

Bueno, pues por fin salió en DVD de Región 1 la parte final de esta trilogía que tanto disfruté. Y aunque The Girl Who Kicked the Hornet's Nest tampoco llega al nivel de impacto de The Girl With the Dragon Tattoo, sin duda es una excelente película por derecho propio, cuya única debilidad (si podemos llamarle así) es que será incomprensible para quien no haya visto las previas aventuras de la taciturna "hacker" Lisbeth Salander y del astuto periodista Mikael Blomkvist. Pero para los fans de las primeras dos cintas, la tercera parte será una conclusión absolutamente catártica y satisfactoria que ata muchos cabos sueltos y culmina el desarrollo de estos entrañables personajes, creados por el novelista sueco Stieg Larsson.

Tendré que revelar algunos pequeños SPOILERS de The Girl Who Played With Fire para esbozar el argumento de esta nueva cinta, así que procedan con precaución quienes no hayan visto la segunda película de la serie. La última vez que vimos a Lisbeth Salander (Noomi Rapace), había sufrido graves heridas tras enfrentar a una brutal figura de su pasado. Pero su amigo y colaborador Mikael Blomkvist (Michael Nyqvist) llegó a tiempo para salvar su vida llamando a los paramédicos. Y al comenzar The Girl Who Kicked the Hornet's Nest, encontramos a Salander en el hospital, recuperándose de sus lesiones... con la sorpresa adicional de que está bajo arresto por los crímenes que cometió en los meses pasados, pues por muy justificadas que fueran sus acciones, no la eximen de haber roto la ley mientras aplicaba su muy particular y estricta visión de la justicia contra personas que sin duda lo merecían. Entonces, con ayuda del fiel Blomkvist (y de su hermana abogada), Salander deberá enfrentar un juicio criminal, durante el cual se revelarán nuevos elementos de su pasado al mismo tiempo que se definirá su futuro.

Esta sinopsis apenas incluye los más básicos elementos de The Girl Who Kicked the Hornet's Nest, y si bien podría parecer anticlimático concluir la trilogía con un sobrio drama legal, la verdad es que el suspenso e intriga que ofrece rivaliza las aventuras internacionales de la segunda película, o el tenso misterio rural de la primera. Quizás la mayor parte de la trama se desarrolla en habitaciones, celdas y oficinas, pero eso no impide al director Daniel Alfredson mantener la narrativa en constante movimiento siguiendo a un mayor número de personajes, algunos que conocíamos periféricamente y otros recién llegados que amplían la envergadura de la historia, sin caer en enredos inverosímiles ni llegar a extremos absurdos de melodrama.

Lo cual me lleva a mi única queja contra esta película. La historia es tan densa que satura de información al espectador, pues conforme nos sumergimos en las investigaciones, conspiraciones e intrigas, vamos encontrando cada vez más nombres, lugares y relaciones que conectan a los personajes, y en más de una ocasión me sentí levemente extraviado por no reconocer algún complicado nombre sueco, o el rostro de alguien que ya habíamos visto. Claro que ese podría ser un problema de mi blando cerebro y no de la película. Además entiendo que, por ser adaptación de una novela, debemos esperar cierta condensación del argumento para mantener dentro de lo razonable la duración de la cinta. Y creo que lo consiguen, pues las dos horas y media se fueron volando, sin menguar mi atención (vale decir que otra vez la empecé a ver pasada la medianoche).

Además de las sólidas y confiables interpretaciones de nuestros viejos conocidos Michael Nyqvist y Noomi Rapace, me gustó ver papeles más sustanciales para actores que previamente habíamos visto como relleno o "atmósfera", incluyendo a Lena Endre como Erika Berger, co-editora de la revista Millennium; Annika Hallin como Annika Giannini, hermana de Blomkvist con la poca envidiable tarea de defender a Salander ante la corte; Anders Ahlbom como el diabólico Dr. Teleborian; y Jacob Ericksson como Christer, el diseñador de la revista. Ah, y cómo olvidar a Micke Spreitz, repitiendo el mudo pero temible papel de Niedermann, en constante búsqueda de venganza por la muerte de su padre. Sin embargo, la historia es la estrella principal, y quedé muy satisfecho con esta conclusión, no exenta de cierta melancolía por saber que el finado Stieg Larsson no escribirá más sobre las aventuras de esta "pareja dispareja". Ah, pero ya se acerca el re-make de David Fincher (al menos de la primera película), así que podemos esperar con entusiasmo una distinta y mejorada interpretación de estos exitosos libros, adaptados al mercado norteamericano. ¡Aplaudan conmigo!

¿Alguien? ¿No? ¿Nadie? Bueno, ustedes se lo pierden.

Calificación: 9

martes, 25 de enero de 2011

Vértigo (Vertige)

Cinco alegres jóvenes (aunque con algunos problemas personales en su pasado) están de vacaciones en Croacia, donde planean hacer un poco de montañismo en las imponentes cumbres de aquella región. ¿Hace falta decir más? Es obvio que eventualmente van a encontrar tragedia en alguna forma, y tendrán que luchar contra sí mismos y contra lo que sea que los amenace.

No sabía nada de Vértigo cuando fui a verla, excepto que se trataba de un thriller francés. Por lo tanto, no sabía si habría elementos de terror o simplemente sería una película centrada en la emoción y riesgo de escalar montañas. El problema es que, cuando finalmente se revela el peligro, se siente como un refrito de cualquier cinta de terror norteamericana, y me costó trabajo mantener interés por los prefabricados personajes y los predecibles clichés que encuentran en esta corta película. Al menos el final resultó ser bastante violento y con algo de sangre para satisfacer a los fans del "gore".

La parte de Vértigo dedicada al montañismo es bastante emocionante, y sospecho que los aficionados a ese deporte la encontrarán mucho más interesante que quienes solo buscábamos un rato de suspenso. Los paisajes croatas son asombrosos y casi me dieron ganas de visitarlos tan solo por las vistas (aceptémoslo, me cuesta trabajo subir escaleras, así que el único montañismo que podría hacer sería con helicóptero). El director de fotografía encuentra buenos ángulos para filmar la acción y no dudo que haya sido inmensamente difícil capturar las más intensas tomas de peligro a cientos de metros de altura. Sin embargo, cuando llegamos a "la cima", parece que nos cambiamos de película, y estamos en una típica historia de "jóvenes perdidos en el bosque". Entonces llega la amenaza de la que hablé al principio, y que será mejor mantener en secreto para no arruinar las pocas sorpresas que ofrece Vértigo. Pero no esperen algo excepcional.

Para crédito del director Abel Ferry, el ritmo de la narrativa es implacable y no pierde tiempo en distracciones estilísticas o narrativas que difícilmente podrían justificar los huecos personajes. Esa agilidad impide que nos aburra la previsible cadena de eventos que conducen al violento final, que por fin explica (vagamente) los misteriosos "flashbacks" que estuvimos viendo durante la película entera. Los actores hacen lo que pueden para dar vida a sus personajes, y solo destaca Fanny Valette como una audaz y correcta "final girl" (por no mencionar su ridículamente amplio escote... ¿así es la ropa reglamentaria del "rock climbing"?). A fin de cuentas no me arrepiento de haber visto Vértigo, y podría recomendarla por su inestable combinación de "extremas" secuencias de montañismo y predecible terror, aunque el guión parezca excusa para que los cineastas tomaran unas vacaciones en las mencionadas locaciones croatas (me pregunto si el ministerio de turismo de aquel país habrá contribuido con algo a la producción). En resumen, hay mejores películas francesas de terror, pero ninguna otra se desarrolla en el costado de una montaña. Supongo que eso tendrá que bastar como innovación.
Calificación: 6.5

lunes, 24 de enero de 2011

El Amor de Mi Vida (Bright Star)

Normalmente no me llaman la atención estos romances "de época", pero la directora Jane Campion garantiza interés en cualquier cosa que haga, y me dio gusto ver finalmente otra de sus películas en cines de México. Y si bien El Amor de Mi Vida no es tan impactante o memorable como The Piano o Holy Smoke, sin duda es otra notable muestra del talento y visión de esta directora neozelandesa, que de nuevo reúne un equipo modesto pero enormemente talentoso para mostrarnos un clásico romance retratado con inusual sensibilidad.

Los enamorados en cuestión son Fanny Brawne (Abbie Cornish) y John Keats (Ben Whishaw), quienes se odian inicialmente (como al parecer dicta todo romance, ya sea clásico o moderno). Bueno, no se odian... es más preciso decir que no comprenden sus respectivos intereses. La vida de Fanny gira en torno a la moda y las diversiones características de la sociedad rural inglesa en la era regencial a principios del siglo diecinueve, mientras que Keats es un pobre poeta menospreciado por los críticos y con pobres perspectivas monetarias. Además, por mucho que le guste escribir sobre idealizado amor y belleza, Keats admite que no entiende nada sobre mujeres… lo cual demuestra en más de una ocasión. Y así comienza la tímida relación entre ambos, durante la cual deberán luchar no solo contra factores externos, sino contra las contradicciones de sus respectivas personalidades, todo ello enmarcado por los hermosos paisajes de la campiña inglesa y las funciones sociales de las familias locales, modestas pero llenas de protocolo.

Podría pensarse que la usualmente intensa Jane Campion llenó este romance poético con febriles expresiones de amor y drama operático, pero quizás El Amor de Mi Vida sea su película más "tranquila" y accesible (algunos dirán "aburrida"). Quien sepa algo sobre la corta vida del poeta John Keats podrá imaginar que la película no tendrá un final feliz, pero fuera de eso la trama se desarrolla gentilmente, sin aspavientos ni excesos melodramáticos. De hecho, casi sentí que el punto de la historia no es propiamente el amor entre los protagonistas, sino la metodología del romance antiguo, cuyo énfasis estaba en el valor de las palabras para expresar sentimientos de manera elegante y sutil, que dijera mucho sin traicionar las buenas costumbres de la época. O tal vez mi propia aversión al romance hizo que me fijara más en la mecánica de la narrativa, y no en sus emociones.

Como sea, El Amor de Mi Vida me pareció una película interesante aunque no para todos los gustos. El silencio es parte importante del lenguaje, y Campion lo usa liberalmente, dejando que las escenas se extiendan sin diálogos e incluso sin acción, pero no por ello sin significado. Los actores hacen un excelente trabajo sin caer en la preciosista "estética Jane Austen" (mención especial para la niña Edie Martin, quien se roba sus escenas en el papel de la hermana menor Toots), y sobra decir que la ambientación y vestuario son fascinantes por su atención al detalle y realismo (aunque no sabría evaluar si son históricamente correctos). Entonces, puedo recomendar El Amor de Mi Vida para quien aprecie un buen drama romántico "de época" filmado con una sensibilidad clásica y un estilo lánguido que no necesariamente busca vender boletos, sino complementar la visión de su directora. Ah, y si alguien quiere tomar prestadas algunas de las brillantes frases que Keats usó en sus cartas a Fanny, pueden encontrarlas en este enlace. Les aseguro que será más original que plagiar letras de Paramore al escribir misivas románticas.
Calificación: 7

domingo, 23 de enero de 2011

De Amor y Otras Adicciones (Love and Other Drugs)

Como tantas otras comedias románticas, De Amor y Otras Adicciones trata de vendernos la inesperada relación que surge entre extremos opuestos que al principio se odian; y, claro, ambos extremos están interpretados por atractivos actores, lo cual podría hacer más creíble la situación. Desafortunadamente no hay química alguna entre ellos, y como resultado sus frecuentes manifestaciones amorosas se sienten forzadas e incómodas, pues no es fácil creer que Maggie Murdock (Anne Hathaway) y Jamie Randall (Jake Gyllenhaal) se enamoren tan rápido en sus respectivas circunstancias.

Tales circunstancias, sin embargo, prometen un mayor potencial narrativo que el romance mismo. Jamie trabaja como representante farmacéutico para la empresa Pfizer, y trata de vender a toda costa productos como Zoloft y Viagra, sin preocuparse por sus efectos secundarios, alto precio o su dudosa utilidad en tratamientos médicos. Por su parte, Maggie sufre una grave condición que requiere abundantes medicamentos, de modo que hay amplia oportunidad para examinar la actitud mercantilista de los grandes laboratorios farmacéuticos y la dudosa ética de algunos médicos, contrastándolos con el sufrimiento real de los pacientes. Ese aspecto de la película se vuelve muy serio y emocional, mientras que el romance y las alegres conductas de los personajes insisten en aligerar el tono con su insulsa comedia. El resultado es una película desbalanceada, con partes buenas que se sienten saboteadas por partes tan malas que casi se vuelven ofensivas. Pero bueno, al menos hay bastantes desnudos de la guapa Anne Hathaway, así que algo tenemos que agradecerle al director Ed Zwick. Bueno, eso y la banda sonora repleta de éxitos de los noventas, que es donde se ubica la historia (¿quizás Zwick quiso hacer una versión de About Last Night... para el nuevo siglo?)

En fin... no se si ese mensaje sobre las contradicciones de la medicina moderna hacen que De Amor y Otras Adicciones sea mejor o peor como comedia romántica. Supongo que merece cierto reconocimiento por establecer un fondo sustancial que trascienda los clichés de su género. Pero el manejo de temas serios y ligeros me pareció tan torpe que la experiencia no fue satisfactoria en nivel alguno; la comedia no me hizo reír, y nunca sentí sincera la tragedia, de modo que terminé aburriéndome y perdiendo interés. De cualquier modo Anne Hathaway muestra enorme convicción y audacia como la sufrida Maggie, no solo víctima de su enfermedad, sino de un aislamiento emocional que la afecta casi tanto como su condición; y Jake Gyllenhaal hace lo que puede para hacer creíble su transición de psicópata mujeriego a cariñoso amante que descubre nueva profundidad en su frívola vida. El resto del elenco llena sus papeles sin pena ni gloria (incluyendo a Judy Greer como una recepcionista enamorada), y la dirección de Zwick es eficiente, manipuladora y tan cálida como puede serlo con el esquizofrénico libreto.

No encuentro razón para recomendar De Amor y Otras Adicciones. Quizás tenga interés adicional para gente que sufre (o tiene parientes que sufren) la misma enfermedad de Maggie, pero honestamente dudo que una película tan irregular pueda ofrecer esperanzas o consuelo para una situación tan trágica. De hecho, en algunos momentos creo que bordea en la explotación, aunque imagino que el director y los actores tenían buenas intenciones al cocinar esta sopa de incierto sabor. No sé... ojalá alguien saque provecho de esto, porque sería triste que la cinta pasara a la historia solo como muestrario del cuerpo de Hathaway.
Calificación: 5

sábado, 22 de enero de 2011

El Avispón Verde (The Green Hornet)

En corto: creo que The Green Hornet es una de las mejores películas de superhéroes que he visto. No digo que sea perfecta, ni que sea mejor que The Dark Knight o Spider-Man 2. Sin embargo me mantuvo con una sonrisa constante durante dos horas no solo por los elementos cómicos evidentes en el libreto, sino por la irreverente inteligencia que el director Michel Gondry y los escritores Seth Rogen y Evan Goldberg aplican a esta historia, que sin duda será incomprendida por mucha gente. Pero si les sirve de algo, esta es mi interpretación:

El Avispón Verde es una parodia del cine de superhéroes, y al mismo tiempo es un homenaje que toma en serio los clichés del género. O, mejor dicho, no los toma en serio, sino que los pone en un contexto donde parecen reales. Para bien o para mal, ese contexto resulta ser una comedia absurdista repleta de personajes inmaduros y narcisistas; el humor que surge de ello es casi accidental. Lo importante es que Gondry y Rogen entienden que las fantasías adolescentes que fundamentan las historias de superhéroes solo pueden subsistir en un entorno cómico, y se arriesgan a seguir esa directiva hasta sus últimas consecuencias. Por ejemplo, The Dark Knight es una cinta excepcional, pero nos exige un considerable salto de fé para aceptar la existencia de un millonario que se disfraza de murciélago para combatir el crimen. En El Avispón Verde no hace falta dar ese salto, porque cuando todo lo demás es absurdo, el personaje encaja naturalmente en el surrealista entorno. Y quien haya visto las películas de Michel Gondry (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, Human Nature, Be Kind, Rewind y The Science of Sleep), sabrá que el surrealismo es el ambiente natural de este cineasta.

En fin; El Avispón Verde retoma y actualiza al personaje creado para la radio en 1936 por George W. Trendle y Fran Striker. Claro que la versión más conocida del Avispón Verde es la adaptación televisiva filmada a fines de los sesentas, y ese es el modelo que sigue Gondry, filtrándolo a través de su bizarra mente. Así, Britt Reid (Seth Rogen) es el millonario heredero de un prestigioso periódico, pero no está interesado en seguir los pasos de su padre James (Tom Wilkinson), y prefiere desperdiciar su vida en fiestas y frívolos pasatiempos. Sin embargo su actitud cambia cuando su padre muere en circunstancias sospechosas, y Britt decide usar un disfraz para combatir el crimen de la ciudad. En realidad la transformación es mucho más complicada, pero tomaría demasiado tiempo describir la extraña serie de circunstancias que unen a Reid con su fiel ayudante Kato (Jay Chou) y los inspiran a hacerse pasar por delincuentes para luchar contra el crimen organizado "desde adentro"; todo ello a bordo de su veloz automóvil negro y con la involuntaria ayuda de la guapa secretaria Lenore Case (Cameron Diaz). Eventualmente las peleas con pandilleros y ladrones de poca monta llevan al dúo hasta los niveles más elevados del mundo criminal... y ahí descubren secretos que pondrán en peligro sus vidas y la estabilidad social de la ciudad entera.

Además de Gondry, el otro pilar creativo de El Avispón Verde es Seth Rogen, y sobra advertir que quienes no disfruten de su particular estilo de comedia (como el que se exhibe en las cintas Observe and Report, Pineapple Express y Knocked Up) encontrarán al protagonista tan irritante como yo lo encontré gracioso. En su faceta como guionista Rogen me recuerda un poco a Kevin Smith, no solo por la inherente vulgaridad de su material (lo cual no ocurre mucho en esta cinta, afortunadamente), sino porque parece estar enamorado de sus monólogos y diatribas, hasta el punto de permitir escenas demasiado largas y repetitivas solo porque no puede quedarse callado, o porque se le ocurrió un chiste adicional que añade una sonrisa a la escena. No es una estrategia muy conveniente, y menos en el género de acción... pero de algún modo funciona en esta película, pues a fin de cuentas el argumento "real" (es decir, el conflicto entre el Avispón Verde y el neurótico "capo" criminal Chudnofsky, interpretado con apropiado humor por Christoph Waltz) no es el eje de la película. Por el contrario, lo importante es la química entre Britt Reid y Kato, así como la amistad que desarrollan a lo largo de la historia. En esa ecuación también interviene Cameron Diaz, pues aunque su papel sea relativamente corto (tarda como media hora en entrar a la película, y después tiende a desaparecer por largos ratos) sus escenas son esenciales y muy divertidas. No quiero revelar demasiado, pero me pareció muy ingenioso el modo como Rogen y Gondry la hacen parte integral del "dúo heroico" sin convertirla en una simple damisela en peligro o frívolo atractivo visual... ¿puede decir lo mismo Rachel Dawes?

Pero bueno... el sentido común me dicta que deje de cavar mi propia tumba. Así que terminaré diciendo que El Avispón Verde no es una típica película de superhéroes, ni un "noir" moderno de gran realismo y crudeza. Es la consecuencia lógica de la colaboración entre Seth Rogen, un astuto bufón que desafió los requerimientos para ser "estrella" en Hollywood, y Michel Gondry, el excéntrico cineasta francés que ha dirigido algunos de los videos musicales más ingeniosos en la historia del universo (espero no estar exagerando). En mi humilde opinión, la combinación dio como resultado una mágica experiencia, demasiado larga y bastante estúpida al final, pero no por ello menos entretenida y graciosa; solo hay que encontrar el ángulo correcto para disfrutarla. Y desde luego no culparé a quienes rechacen los caprichos de Rogen y Gondry, y descarten esta cinta como un sonoro fracaso que traicionó el potencial del personaje. Tal vez eso hubieran pensado sus creadores, pero a este humilde espectador le gustó mucho.
Calificación: 8.5 (la vi en 2D y no sentí que hubiera estado mejor en 3D, pero cada quien decida)

viernes, 21 de enero de 2011

Déjame Entrar (Let Me In)

Independientemente de la utilidad, relevancia o calidad de este re-make, diré algo: sentí un escalofrío cuando vi en la pantalla las palabras "A Hammer Films Production". No pude evitarlo; las cintas del legendario estudio británico Hammer Films contribuyeron sustancialmente a la obsesión con el cine de terror que desarrollé en mi infancia. Y ahora, varias décadas después (no pregunten cuántas) me alegra ver este nombre nuevamente asociado al género que más me gusta (aunque sea como distribuidora, y aunque realmente nunca desapareció). Fin del discurso del nerd. Ahora pasemos al tema que nos atañe: la película Déjame Entrar, un bien hecho pero redundante re-make de la maravillosa cinta sueca Låt den Rätte Komma In, más conocida como Let the Right One In, que considero como mi película favorita de vampiros (con la posible excepción de Near Dark, según el día de la semana y dependiendo de mi humor).

El argumento de Déjame Entrar sigue de cerca la versión original (a su vez basado en una novela de John Ajvide Lindqvist) pero, como casi siempre sucede en las adaptaciones norteamericanas, nos explica demasiado las cosas y le roba gran parte del misterio y profundidad a los personajes. Pero bueno... el protagonista es el niño Owen (Kodi Smit-McPhee), quien vive infelizmente en un austero suburbio con su madre divorciada, y asiste a la escuela local, donde es constantemente aterrorizado por brutales "bullies" mayores que él. Pero todo cambia cuando Owen conoce a Abby (Chloe Moretz), su nueva vecina, con quien empieza a formar una intensa amistad a pesar de los peligrosos secretos que oculta la niña. Y así vemos como mejoran las vidas de ambos, fortaleciéndose mutuamente hasta que factores externos (incluyendo varios asesinatos sin explicación) amenazan con separarlos.

Para no extenderme demasiado diré desde ahora que Déjame Entrar es similar a Quarantine, The Grudge o Dark Water: re-makes norteamericanos que muestran cierta calidad intrínseca a pesar de las cuestionables razones que dictaron su realización. En otras palabras, Déjame Entrar me pareció un sólido thriller por derecho propio, y quienes no hayan visto la original tendrán oportunidad de disfrutar similares emociones, suspenso y terror, por no mencionar las excelentes actuaciones de Chloe Moretz (a quienes algunos recordarán como la increíble Hit Girl en Kick-Ass) y Kodi Smit-McPhee (impresionante en la desoladora The Road). Además, el director Matt Reeves se esfuerza por mantener el melancólico tono de la cinta sueca, y trata de evitar que el re-make se convierta en una genérica colección de sustos artificiales y malos efectos especiales. Habiendo dicho eso, debo señalar que entre los peores momentos de Déjame Entrar están justamente aquellas escenas que tratan de aterrorizarnos con malos efectos especiales y sobresaltos baratos. Dije que Reeves lo intenta, no que lo consiga.

En fin... como dije antes, Déjame Entrar es una recomendable película de terror (aunque si hablamos de recomendaciones mi sugerencia absoluta sería buscar la versión original) que sufre el típico Síndrome de Hollywood, suponiendo que su público es idiota, y que por eso debe explicar todo y no dejar nada a la imaginación, pues de otro modo no la entenderemos y saldremos refunfuñando del cine antes de ir a comer a McDonalds (ejemplo: en vez dejar que el espectador deduzca que la trama se ubica en los ochentas, el guión se siente obligado a decírnoslo desde el principio y, por si no entendimos, llena escenas con reliquias de aquella década, incluyendo a Ms. Pac-Man, Ronald Reagan, Culture Club y la canción Turning Japanese; y si eso hace con el entorno histórico de la cinta, que no es muy relevante, imaginen lo que hace con cosas más importantes, como la relación entre Abby y su "padre"; caray, qué paréntesis tan largo). En resumen, no es una mala película pero pudo ser mejor. O, para el caso, pudo simplemente no existir para que Matt Reeves y Hammer Films pudieran hacer algo original en vez de reciclar éxitos ajenos. Ni hablar. Al menos es viernes y se que Near Dark me consolará un poco.
Calificación: 7.5

jueves, 20 de enero de 2011

Death Race 2

Nunca esperé que la reciente Death Race (2008) alcanzara los mismos niveles de negro humor e inteligencia que la original Death Race 2000 (1975), pero no niego que el re-make me mantuvo entretenido gracias a su dinámico actor principal y a las violentas secuencias automovilísticas. Y aunque no parecía haber mucho material para una secuela, el estudio Universal no vaciló en explotar el mercado casero con Death Race 2, directa a DVD, con todo lo que ello implica. Estrictamente hablando no es una secuela sino una precuela, lo cual permite una mejor distribución del bajo presupuesto con el que fue realizada. Por eso el director Roel Reiné y su guionista Tony Giglio dejan los “stunts” para el final (con una excepción) y usan hábilmente la primera hora de la película para establecer el origen de las carreras mortales, así como la motivación de los villanos y del héroe, que nuevamente debe luchar por su vida mientras cumple una condena por un crimen que no cometió. No, un momento; definitivamente lo cometió.

Esta vez el anti-héroe es Carl Lucas (Luke Goss), experto conductor que accede a participar en un audaz robo bancario; pero las cosas salen mal y es capturado después de matar accidentalmente a un policía. Así llega a Terminal Island, la prisión de máxima seguridad controlada por la corporación Weyland (¿referencia a Alien o a Alien Vs. Predator?), donde encuentra que la amoral ejecutiva September Jones (Lauren Cohan) organiza la transmisión televisiva de brutales peleas cuerpo a cuerpo entre los peligrosos prisioneros. Pero el "rating" de las peleas está bajando últimamente, y cuando Jones se da cuenta de que Lucas es un experto conductor, se le ocurre una variación del combate que sin duda será muy popular entre el público sediento de sangre...

La premisa de Death Race 2 se tambalea en algunas ocasiones, pero al menos evita convertirse en un simple refrito de Death Race. Particularmente me gustó que el "héroe" no sea un mártir injustamente acusado, ni esté tratando de probar su inocencia. Lucas participó voluntariamente en un crimen con desastrosas consecuencias y su condena en Terminal Island parece justificada; así se subraya la crueldad de los villanos "reales", cuya falta total de conciencia no es ilegal… simplemente lucrativa. Hablando de villanos, la portada del DVD menciona prominentemente a Sean Bean y Ving Rhames, dos actores que generalmente admiro. Desafortunadamente las expectativas de verlos como protagonistas fue infundada, pues interpretan personajes secundarios que nunca vemos envueltos en la acción (Rhames es el ambicioso presidente de la Corporación Weyland, mientras que Bean es el mafioso que pone precio a la cabeza de Lucas). Es una lástima, pues eso nos deja a Luke Goss como protagonista por default, y aunque tiene razonable talento para hacer creíbles sus escenas de acción (dentro de los parámetros del cine B), no me pareció muy interesante o carismático como figura central de la película. Sin duda hubiera preferido a Bean y Rhames como convictos en vez de irrelevantes "trajes" controlando la situación desde lejos.

Pero bueno... nadie ve una cinta titulada Death Race 2 para analizar las sutilezas morales del guión ni para cuestionar las decisiones de casting, sino para ver delirantes escenas de acción, violencia, y explosiones tan grandes y numerosas que aceleren sustancialmente el calentamiento global. En ese aspecto Death Race 2 cumple decentemente su misión en la segunda mitad, cuando por fin empieza la carrera mortal. Los "stunt drivers", los editores y directores de fotografía se dan gusto orquestando secuencias ridículamente violentas y emocionantes, donde también se luce el diseño de producción con vehículos que realmente parecen peligrosos y veloces. Cierto, los competidores son anónima carne de cañón y rara vez sentimos suspenso sobre el destino del héroe; sin embargo, la eficiente dirección de Reiné mantiene el ritmo ágil y las distracciones al mínimo. Hablando de distracciones, la guapa co-piloto Katrina (Tanit Phoenix) destaca por el buen humor y personalidad que vierte en su papel de “atractivo visual“, haciéndola más memorable de lo que estamos acostumbrados a ver en estos tristemente desechables roles.

Entonces, Death Race 2 me pareció un sólido comienzo de lo que podría ser una exitosa franquicia en el mercado directo a DVD. Algunos elementos me parecieron mejores que en su predecesora (los villanos, la co-piloto), pero a fin de cuentas se interpone su modesta producción para recordarnos que estamos viendo un producto inferior, aunque bien realizado. En verdad aprecio los giros que dieron a la historia, y el cuidado puesto en armar una historia coherente (no digo "creíble"); solo hubiera deseado un protagonista más carismático, que no se extraviara entre los coches y las explosiones, sino que nos mantuviera igualmente interesados en su desarrollo dramático. Ah, y un final menos abrupto hubiera sido más satisfactorio. Pero bueno... solo queda esperar otra secuela de la precuela para ver si mejoran la receta. La esperaré con gusto.
Calificación: 7

miércoles, 19 de enero de 2011

Los Realizadores (What Just Happened)

Tenía buenas expectativas sobre Los Realizadores porque Barry Levinson y Robert De Niro trabajaron previamente en Wag the Dog, una de mis comedias políticas favoritas, y me entusiasmaba la idea de verlos satirizando la industria cinematográfica. Desafortunadamente la película resultó demasiado blanda y superficial para tomarse como una denuncia real de Hollywood, y cuando mucho funciona como una insípida comedia cuyas buenas intenciones no bastan para justificar su falta de energía o aburrido desarrollo (ni la demora de tres años que tomó para llegar a las pantallas de México). De cualquier modo hay un par de momentos graciosos, un poco de indulgente auto-burla y actores con suficiente talento para sentir que no perdimos el tiempo (aunque las opiniones podrán variar).

Los Realizadores sigue aproximadamente una semana en la vida de un poderoso productor llamado Ben (Robert De Niro), a lo largo de la cual lo vemos tratando de controlar las catástrofes que ocurren en su trabajo y en su vida personal. Para empezar, el desastroso "test screening" de su más reciente película lo pone en conflicto con su jefa Lou Tarnow (Catherine Keener), quien quiere alterar el final de la cinta para que no sea un fracaso económico. Pero el iracundo director británico Jeremy Brunell (Michael Wincott) se niega terminantemente a comprometer su visión artística. En el lado doméstico, Ben trata de reconciliarse con su segunda esposa Kelly (Robin Wright Penn), quien quizás sostiene una relación secreta con alguien más en la industria del cine; y su hija adolescente Zoe (Kristen Stewart) también guarda un par de sorpresas para desestabilizar la caótica vida del productor. Ah, y por si todo eso fuera poco, Bruce Willis se rehúsa a afeitarse la barba.

Es fácil burlarse de Hollywood porque, aceptémoslo, desde afuera parece una industria absurda que castiga la originalidad al mismo tiempo que promueve la mediocridad y el conformismo. Sin embargo, yo hubiera pensado que Art Linson, el escritor de Los Realizadores, tendría más cosas que decir sobre el tema, sobre todo después de haber trabajado durante varias décadas como un poderoso productor con cintas como Heat, Fight Club y The Runaways en su filmografía. Y creo que ese es el problema principal con esta cinta; no llega tan lejos como debería, reduciéndose a reciclar los mismos chistes y situaciones que hemos visto en mejores sátiras de la industria cinematográfica; y no solo me refiero a la obvia comparación con The Player, de Robert Altman, sino a series de televisión como Extras, Entourage y hasta 30 Rock, donde se hace inteligente parodia de los excesos, hipocresía y contradicciones de la farándula.

Claro, lo que tiene a favor Los Realizadores es un sólido elenco de actores que con gran gusto interpretan a los clichés de Hollywood, desde Stanley Tucci como el caprichoso guionista hasta el genial Michael Wincott como el director-artista obsesionado con su "visión", sin olvidar a Catherine Keener como la inflexible y mercantilista directora del estudio y John Turturro como el traidor agente que solo está interesado en su próxima comisión. Y no olvidemos los cameos de Bruce Willis y Sean Penn, mostrando buen sentido del humor sobre su propia imagen de estrellas "rebeldes". Sin embargo lo mejor de todo fue Robert De Niro; no digo que sea un gran papel, pero me gustó verlo en una actuación real, expresando astutamente el tumulto de emociones que debe mantener bajo control para no arruinar su carrera, o su vida familiar (me refiero al personaje... ¿o también al actor mismo?). Aún así no estoy seguro de que las escasas risas que provoca la cinta o las actuaciones bastan para compensar su general falta de vigor e impacto. Los Realizadores pudo ser delirantemente subversiva y controversial; un genuino manifiesto en contra de las prácticas que arruinan nuestras experiencias en el cine; sin embargo prefirió ir por el camino seguro sin ofender (demasiado) a los sujetos de su análisis. Ni hablar; supongo que ninguno de los actores, productores, escritores, ni el director Barry Levinson están listos para destruir sus propias carreras; no puedo culparlos, pero siento que nos engañaron. Otra vez.
Calificación: 6